Beñat ZALDUA
Elkarrizketa

Entidades y partidos tratan de completar el puzle de una respuesta unitaria al TS

Partidos, entidades y sociedad civil conmemoraron ayer el segundo aniversario del referéndum del 1 de octubre, una cita dominada por la inminente sentencia del TS contra el independentismo catalán y por la respuesta. Todos los actores soberanistas coinciden en que debe ser una reacción unitaria, pero ayer apenas nadie supo avanzar algo.

Todavía no sabemos qué es el 1 de octubre. Su lugar en la memoria colectiva catalana está asegurado como momento fundacional, pero está por definir en qué se convierte cada aniversario. ¿Una conmemoración? ¿Un día de lucha? Lo del 1 de octubre de 2017 debía ser un referéndum de autodeterminación, pero no sirvió como tal, evidentemente porque el Estado español lo impidió. Despojado en la práctica de su sentido original, queda en disputa su significado. Desde luego, el 1-O que reivindica Ada Colau no es el mismo que ensalza Quim Torra. Entonces, ¿qué fue? Es más, ¿qué debe ser? Las posibles respuestas van al corazón de algunas de las discrepancias que, más allá de las pugnas partidistas, siguen tensando al independentismo.

Con esta indefinición de telón de fondo, el segundo aniversario del 1-O celebrado ayer en Catalunya tomó la imagen de un puzle inacabado que deja entrever la imagen de la caja original, aunque sigan faltando algunas piezas y otras se resistan a encajar en el lugar asignado.

La jornada estuvo dominada por la próxima sentencia del Tribunal Supremo contra los dirigentes independentistas juzgados, precisamente, por el referéndum del 1-O; con el encarcelamiento de siete activistas de los CDR en segundo plano, pero obligando a todo portavoz soberanista a poner mayor énfasis si cabe en el carácter no violento del independentismo catalán.

Pero el puzle no lo constituye la sentencia propiamente dicha, sino la respuesta que se le dará. Una de las piezas es la institucional, que ayer acaparó los principales titulares, en parte porque el Govern fue el primero en hablar, en parte porque el foco mediático está situado, precisamente, en la respuesta del ejecutivo, que podría motivar la aplicación de un 155 al que ya apuntan hasta desde el PSOE.

El president, Quim Torra, y el vicepresidente, Pere Aragonés, acompañados por el Govern y cargos de la Generalitat, presentaron con toda la pompa el «Compromís Primer d’Octubre», con el que los mandatarios públicos se comprometen «a avanzar sin excusas hacia la República catalana, para que sea una realidad». Un manifiesto solemne que lo puede significar todo y que puede no significar nada; no se sabrá hasta que la sentencia caiga como un mazazo y toque articular una respuesta que ayer ANC y Òmnium Cultural subrayaron que también deberá ser institucional.

Movilizaciones sin concretar

Las principales entidades soberanistas, otra pieza fundamental del puzle, convocaron ayer un acto unitario al que acudieron también representantes de los partidos independentistas. Con el periodista Martí Anglada, la historiadora Anna Sallés y el exdiputado de la CUP David Fernández como oradores, las entidades llamaron a dar «una respuesta masiva» a la sentencia del TS, con «la lucha no violenta y la desobediencia civil y pacífica» como herramientas.

Ni ANC ni Òmnium detallaron, sin embargo, la naturaleza de las movilizaciones previstas, aunque la víspera un miembro de la dirección de la ANC detalló la intención de convocar tres grandes marchas durante tres días. «Es una de las opciones sobre la mesa», dijo la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, que ayer aseguró que no pueden decir fechas «porque no sabemos cuándo será la sentencia».

No faltó, sin embargo, quien interpretó la indefinición de las entidades como un síntoma que indica que las respuestas unitarias no están todavía plenamente acordadas. Ayer, como detalle, no hubo representantes de los Comuns en el acto, pese a que se les esperaba. He aquí una pieza difícil de encajar.

Otra pieza del rompecabezas lo forma el exilio y, más concretamente, el Consell de la República, el paraguas de los dirigentes exiliados que no acaba de desplegarse, pero que ayer anunció, por boca del president Puigdemont, que convocará la Assemblea de Càrrecs Electes para decidir qué hacer tras la sentencia. Otra pieza a encajar, importante en el supuesto de que se volviese a aplicar el 155.

Igual que los CDR, que ayer volvieron a reivindicarse con un comunicado: «Nacimos para defender un referéndum. Crecimos para defender una República. Somos quienes harán temblar al enemigo. Y ganaremos. No tengan ninguna duda».

Y por último, la gente, pieza sin la cual el puzle se convierte en poco más que un castillo de naipes, pero que no da signos de flaqueza. Ayer volvió a salir a las calles masivamente, ya fuese en Barcelona o en las proximidades de la cárcel de Lledoners.