Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Tabaluga y la Princesa de Hielo»

El dragón que tenía el fuego en su corazón

En Alemania este personaje infantil es muy popular y lleva casi cuatro décadas de existencia acompañando a sucesivas generaciones de niños y niñas en sus juegos. Su creador fue el viejo roquero de origen rumano Peter Maffay, que primero hizo las canciones, para después escribir los cuentos, que a su vez han dado lugar a series de televisión y musicales escénicos. Y en Mallorca está la sede de su fundación infantil Tabaluga, para ayudar a menores con problemas. La versión cinematográfica en animación 3D ha recaudado en Centroeuropa alrededor de cinco millones de euros. Así que estamos ante todo un fenómeno, cuya incidencia llega de forma muy debilitada a nuestro entorno y a la franja de edad a la que va dedicada, que es la situada entre los tres y nueve años, siendo generosos.

El simbolismo que utiliza es muy elemental, al igual que la parte visual y los temas abordados. Confronta conceptos como la tierra verde del protagonista con la tierra de hielo del villano, aunque tampoco es que el malvado Arktos llegue a asustar, ya que no deja de ser un muñeco de nieve con su sombrero de copa negro. La conclusión o moraleja viene a decir que el mal y el bien se reparten en todos lados, y que la polación entera de un lugar alejado y enfrentado al nuestro no ha de ser forzosamente peor.

En cuanto al estudio de personalidad del pequeño dragón verde como héroe de un cuento de hadas más o menos actualizado, se centra en el espíritu de superación frente a los complejos individuales. Tabaluga no consigue ni escupir fuego como se supone que hacen los dragones, ni tampoco volar. Pero gracias a sus colegas, que en su país son un cuervo que hace de padre y madre adoptivos y una mariquita, y en el que visita laprincesa Lilly y el oso polar Limbo, por fin despega. Es una sabia y vetusta tortuga, parecida a Yoda, la que le descubre que el verdadero fuego anida en su interior, en su generoso corazón.