Se acuerdan de aquello tan bonito de «sin violencia se puede hablar de todo», «sin violencia se pueden defender todas las ideas»? Es cosa de hacer memoria porque ya no se estilan, pero supongo que no faltó quién, cargado de buena fe y mejor espíritu democrático, llegó a creerlo.

Como llegó a creer que lo de la tortura era cosa de un manual. Me pregunto cómo ven ahora la condena a los líderes del independentismo catalán. Si siguen pensando que sin violencia se puede hablar de todo y si, con su buena fe y su mejor espíritu, confiaron en algún momento en que el fallo de los tribunales no sería el que ha sido.

Porque en Euskal Herria tenemos una larga historia de barbaridades jurídicas, de proyectos políticos perseguidos, de líderes y no-líderes independentistas condenados y encarcelados. De ver cómo se alecciona a la sociedad para que asienta, consienta y mire hacia otro lado. Para que asuma, sin cuestionárselo siquiera, la violación de derechos como un ejercicio democrático y el ejercicio de los derechos, como una violación de la democracia.

Y me pregunto si, a pesar de todo, alguien se sintió a salvo; si se creyó lo del entorno, la colaboración y los filoetarras; si de verdad nadie se dio cuenta de que no era sino un ensayo, una prueba que, por cierto, les quedó bordada.