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LA PAZ

Evo Morales busca su cuarto mandato para afianzar el cambio en Bolivia

Octubre es un mes clave en América Latina con la celebración en un plazo siete días de elecciones presidenciales en Bolivia, Argentina y Uruguay. El primero de los focos estará mañana en Bolivia, donde Evo Morales busca su reelección en una contienda que las encuestas, que le dan como favorito, pronostican reñida y con la que buscaría apuntalar el proceso de cambio iniciado hace casi 14 años. Su principal rival, el expresidente Carlos Mesa.

Bolivia elige mañana nuevo presidente hasta 2025. El mandatario saliente, Evo Morales, aspira a la reelección para un cuarto mandato y esta vez se enfrenta a los comicios más complicados desde que llegó al poder en 2006. Aunque las encuestas le sitúan como claro favorito, la oposición aparece más fortalecida que en anteriores contiendas electorales, aunque no ha logrado concurrir en alianza, lo que, unido a cierta pérdida de popularidad de Morales, podría forzar una segunda vuelta por primera vez en 17 años.

Morales, según los sondeos, capitaliza alrededor de un 40% en intención de voto en la primera vuelta, lo que le podría permitir seguir en la Presidencia si mantiene 10 puntos de diferencia sobre el candidato que quede en segundo lugar. Pero los analistas coinciden en que en caso de segunda ronda, el principal rival del mandatario, el expresidente Carlos Mesa, podría aglutinar el voto de la derecha y derrotar al candidato del gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS).

A su favor

El todavía presidente tiene varias bazas a su favor aunque su popularidad haya decaído en dos últimos años. Entre sus éxitos más reconocidos están la emancipación de los pueblos indígenas en el Estado plurinacional de Bolivia y la construcción de carreteras en un país que tenía algunas de las peores del continente. Pero sobre todo cuenta con la buena marcha de la economía.

Bolivia es, junto a Perú, el país de Sudamérica que más ha crecido de forma sostenida en los últimos 15 años, con un aumento de su PIB de más de un 4% de media y una reducción brutal de la pobreza y la desigualdad, algo que no se había logrado antes. Según el Banco Mundial, en 2002 el 63% de bolivianos vivía por debajo de la línea de la pobreza y ahora la cifra es del 35%. Además, según la OMS, el presupuesto en salud ha crecido más de un 170%, mientras la mortalidad infantil se ha reducido un 50% y la desnutrición, un 14%.

Por eso, Evo Morales defiende el continuismo con el objetivo de afianzar el modelo de Estado plurinacional y completar el proceso de cambio iniciado hace casi 14 años, apostando por una mayor industrialización aunque la matriz económica de su Gobierno ha sido también criticada por «extractivista».

Otra baza es su popularidad en las zonas rurales, donde el voto campesino, aseguran los analistas, «es cien por cien para Evo y eso en Bolivia es muy importante porque alrededor del 40% de los electores están en el área rural».

Referéndum de 2016

Sin embargo, algunas cuestiones podrían pasarle factura. La primera, su negativa a aceptar el resultado del referéndum de febrero de 2016, en el que el electorado rechazó su postulación para un nuevo mandato, que el Constitucional habilitó finalmente en 2018. Esta es la razón por la que la oposición insiste en que su candidatura es ilegal

Y también los recientes incendios en la Amazonía boliviana, que han generado reacciones en su contra por una supuesta actuación tardía, además de la decisión de construir una polémica carretera por el territorio indígena y parque nacional del Tipnis, que le ha enfrentado con sectores de pueblos originarios.

 

Carlos Mesa, la esperanza de la oposición

El expresidente Carlos Mesa se ha erigido como la única opción con posibilidades de hacer frente a Evo Morales en las urnas, en medio de una oposición enfrentada entre sí tras las fallidas propuestas de un frente único para acabar con la era del presidente indígena. Es el único que podría forzar una segunda vuelta.

Llegó a la Presidencia en 2003 tras una revuelta social conocida como «guerra del gas», que terminó con la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada y su huida a EEUU, tras unos sucesos que dejaron más de sesenta muertos en El Alto. Su gestión, que se extendió hasta 2005, tuvo que enfrentarse a manifestaciones que terminaron por acorralarlo.

Este pasado suscita las mayores críticas de quienes cuestionan su candidatura por su cercanía a Sánchez de Lozada, prófugo de la Justicia, y por una supuesta incapacidad para comandar el país. Pero a finales de 2018 decidió ser candidato por el Frente Revolucionario de Izquierda.

A partir de ahí, los otros siete rivales de Morales se diluyen en un mar de opciones que en su mayoría no llegaría ni al 3% de votos. GARA