Janina PÉREZ ARIAS
CANNES
Elkarrizketa
CÉLINE SCIAMMA
DIRECTORA Y GUIONISTA

«Los hombres no hicieron una revolución porque dejaron de lado a las mujeres»

Después de alzarse como una de las ganadoras en el pasado Festival de Cannes, «Retrato de una mujer en llamas» llega a las salas de cine comerciales. Una historia de amor y emancipación desarrollada en el siglo XVIII con muchas implicaciones actuales.

Mientras Céline Sciamma habla de “Retrato de una mujer en llamas”, unas cuantas gaviotas se empeñan en revolotear ruidosamente alrededor de la terraza donde se lleva a cabo esta conversación a cielo abierto en el Festival de Cannes, donde la extraordinaria película de esta realizadora francesa fue reconocida como Mejor guion.

Sciamma (Pontoise, 1978) es una de las voces más interesantes del cine francés actual, que combina su trabajo cinematográfico con el de activista (es fundadora del movimiento 5050x2020, la respuesta francesa del #MeToo), se ha hecho de un buen nombre como guionista (“La vida de Calabacín”, de Claude Barras; “Cuando tienes 17 años”, de André Techiné), así como también dirigiendo sus historias (“Tomboy” (2011) “Girlhood” (2014)).

Desarrollada en la Francia de 1770, “Retrato de una mujer en llamas” (Portrait de la jeune fille en feu) cuenta sobre la joven pintora Marianne (Noémie Merlant), a quien se le encarga retratar a Héloïse (Adèle Haenel), que después de abandonar el convento donde ha sido educada, está a punto de contraer matrimonio. La encomienda no resulta tan fácil de lograr, por lo que Marianne tendrá que ingeniárselas para acercarse a Héloïse.

Con “Retrato de una mujer en llamas” entró en la competición del Festival de Cannes, donde cada año se critica la ausencia de directoras y de temas femeninos, ¿este hecho le añadió una cuota extra de nerviosismo?

Sí, aunque no puedes darte el lujo de estar tan nerviosa cuando logras algo que ansiabas desde hace mucho tiempo. Mi deseo era entrar en la competición de Cannes precisamente con esta película, porque era el momento propicio. Mi corazón latía aceleradamente cuando estaba caminando por la alfombra roja, pero a decir verdad, esa sensación la tuve durante todo el proceso de realización, porque es un filme en el que he estado trabajando desde hace cinco años.

Empecé a soñar con esta historia en 2014, pero hace tres años fue cuando empecé a escribir algunas líneas, estaba en una fase como de recolección, tratando de encontrar el balance y la forma correctas entre los diversos deseos que entraban a veces en contradicción.

¿A qué se refiere con «el momento adecuado para esta película»?

Por una parte quería profundizar en cada una de las capas de esta historia, con personajes adultos, y para ello quería trabajar con actrices profesionales que fueran capaces de transitar por cada una de las emociones de esta historia de amor tan viva. Por otro lado, quería hablar sobre mujeres artistas, que es un tema que me toca personalmente como a muchas mujeres. Además con «el momento adecuado» me refiero también a la actualidad política en la que vivimos.

¿Por qué decidió desarrollar la historia en el pasado?

Quise tener como un nuevo parque de juego que me permitiese probar ser más valiente y menos reservada. Todas mis películas están enmarcadas en un espacio elemental que he diseñado para cada una de ellas; cuando esas historias se desarrollan en el presente, las siento más escondidas, por eso esta vez quise hacer lo contrario al situarla en el pasado, me daba más posibilidades de juego, y le permitía a la historia florecer más.

¿Cómo se planteó hacer diferente esta historia de amor?

Quería hacer una historia de amor con la mirada cinematográfica precisa hacia esas dos personas que se enamoran; quería captar ese proceso paso a paso, con cada frustración, con la sorpresa de la reciprocidad, tomándose su tiempo, un proceso en el cual también se descubriese qué tan intelectual puede ser enamorarse. Mi otro objetivo era lograr un gran recuerdo icónico y amplio del amor. “Titanic” (James Cameron, 1997), por ejemplo, lo logró exitosamente, es un gran flashback, una historia trágica de amor, y como mi filme también narra una extraordinaria emancipación, de cómo el amor puede emancipar a una persona.

En su película vemos a una pintora que goza de la libertad que en aquella época extraordinariamente se le abrió a las mujeres, aunque sabemos que era una libertad limitada. ¿Qué se encontró en su investigación sobre la emancipación de las artistas de aquella época?

Tenía información sobre las más conocidas como Angelica Kauffmann (1741-1807), Élisabeth Vigée-Lebrun (1755-1842) o Adélaïde Labille-Guiard, pero no sabía que en esa época habían existido cientos de mujeres profesionales de la pintura, que pertenecían a un movimiento realmente fuerte en el mundo de las artes plásticas, como también había mujeres que escribían críticas de arte y se referían al trabajo de esas artistas.

Aunque se tuvo la sensación de un progreso en relación a los derechos y libertades de las mujeres, la realidad es que no era tan cierto, lo cual es una situación que prevalece hasta nuestros días, y como antaño, se tiene la sensación de que acechan las posibles reacciones violentas.

¿Tocar el tema de la sororidad relacionada con el derecho al aborto lo concibió como otro guiño a la actualidad?

La idea surgió de forma muy natural. Estaba obsesionada con la reconstitución del alma y del cuerpo de esas mujeres; para mí es obvio que quiera poner sobre el tapete el tema de una mujer embarazada que se enfrentaba a la decisión de tener o no un niño. Ese es un tema que forma parte de nuestras vidas, como también lo es el sentir la presión de salir adelante. No quise ilustrar el hecho, más bien deseé buscar la imagen cinematográfica adecuada que es la del bebé consolando a esa mujer que aborta. Para mí se trata siempre de hallar las imágenes correctas.

La historia de amor entre las dos mujeres remite a “La vida de Adèle” (Abdellatif Kechiche, 2013). ¿Tuvo presente esa película?

¡Me gusta “La vida de Adèle”!, aunque las escenas de sexo es lo que menos me interesa. Me entusiasma que se establezca un diálogo entre estas dos películas, sobre todo porque son dos puntos de vista diferentes. Hay que preguntarse qué tan libre me siento para crear, y pensar lo importante que es para el cine esa representación. Con esto no me refiero a encontrar un balance, sino a no considerar ningún compromiso, a ser radicales, a ser novedosos. En el caso concreto de la sexualidad en el cine, no se trata de moralidad, o de si se puede o no mostrar esto o aquello, hoy podemos permitirnos aventurarnos más, emocionarnos, disfrutar y divertirnos. Ahora se nos presenta la oportunidad para ser más llamativos, para crear un maravilloso viaje cinematográfico en términos de creación.

Otra referencia es “La Belle Noiseuse”, de Jacques Rivette (1991). ¿Se puede considerar este filme como una fuente de inspiración?

En mi caso, quise inventar la figura de esa pintora insertada en ese periodo de tiempo, pero la tenía que hacer absolutamente creíble, por eso tuve que pensar en cada detalle. Rivette inventó al pintor de su historia, y eso me dio mucha confianza en lo que me proponía. Hubo momentos en los que me vi en medio de una gran incertidumbre, por lo que “La Belle Noiseuse” me proporcionó la seguridad suficiente como para convencerme de que en el cine puedes inventarte tus propias aventuras. Este es un trabajo duro, créeme que de haber sabido lo difícil que es, jamás me hubiera dedicado a este oficio (se ríe).

Usted es una de las fundadoras del movimiento 5050x2020, que impulsa la igualdad en la industria cinematográfica francesa. ¿Siente que sus colegas masculinos le miran a la misma altura de los ojos?

No malgasto mi tiempo tratando de entablar una comunicación con gente que no entiende lo que está pasando (se ríe). Creo en el diálogo entre nosotros, y por supuesto en la comunidad del cine, donde prevalecen los lazos de amistad. Con el movimiento 50-50 estamos haciendo que suceda algo; cuando creamos lo creamos, nos encontramos con personas obsesionadas con el «tenéis que incluir a hombres porque no se puede ganar una revolución sin ellos». Yo pienso lo contrario. Los hombres no fueron capaces de hacer una revolución porque dejaron de lado a las mujeres, y tomando el control sobre las mismas. Y esa es la razón por la cual no se llevó a cabo ninguna revolución.