Aritz INTXUSTA
IRUÑEA

Los bandazos de la «voz propia» de Nafarroa en Madrid en el siglo XXI

En las elecciones de 2015, 2016 y 2019, Nafarroa no logró colocar a ningún abertzale en el Congreso. Los cinco parlamentarios viajaron a Madrid de la mano de fuerzas de ámbito estatal. En la última cita con las urnas, Bel Pozueta (EH Bildu) arañó el escaño, pero le faltaron unos 400 votos. Por su parte, Geroa Bai hubiera necesitado duplicar sus papeletas. Cuatro años antes, a estas formaciones les fue todavía peor. La aparición de Podemos en 2015 percutió de tal modo el escenario político navarro que acabó con una representación abertzale que había sido constante durante la década anterior y que parecía haberse consolidado como una nueva realidad política propia de la Nafarroa plural del siglo XXI. De hecho, antes del desembarco morado, tanto Geroa Bai como Amaiur habían logrado un escaño en Madrid. Las elecciones del domingo dan otra oportunidad al abertzalismo navarro para que su voz en el Congreso no se diluya definitivamente.

Para entender todos estos cambios se hace preciso remontar hasta el año 2000, cuando José María Aznar se enseñoreaba en La Moncloa. Era su legislatura de la mayoría absoluta y, en aquel Congreso, había cinco escaños navarros, repartidos en 3 para UPN y 2 para el PSN. Este resultado 3-2 no se ha vuelto repetir desde entonces. Algo cambió en las siguientes elecciones y nada volvió a ser como antes. No obstante, esta nueva realidad política dista mucho de ser estable. Más bien parece que existe una importante masa de votantes que no se siente del todo identificada con ninguna sigla.

El 3-2 del bipartidismo tampoco fue algo monolítico en décadas anteriores al 2000. En 1996, IU logró superar la barrera de los 40.000 votos y se ganó un escaño. Y, viajando en el tiempo otros diez años atrás, Herri Batasuna logró colocar el primer diputado abertzale por Nafarroa, tarea que desempeñó el ingeniero químico Iñaki Aldekoa, que acababa de cumplir tres años de cárcel en Alcalá de Henares. Aldekoa estuvo con un pie en el Congreso y el otro en las negociaciones de Argel.

En la legislatura de la mayoría absoluta de Aznar llegó la ilegalización de Batasuna. Esta censura produjo como efecto rebote la primera unión de distintas fuerzas abertzales con suficiente arraigo en Nafarroa como para sacar representación en el Parlamento foral por separado, pero sin músculo suficiente para hacerse con un diputado. Nafarroa Bai (Aralar-EA-PNV-Batzarre e independientes) probó suerte en las elecciones de 2004. Superó el corte con holgura y una periodista de EiTB recién aterrizada en la política, Uxue Barkos, entró por la puerta de los leones. UPN y PSN, por su parte, empataron a dos. UPN no ha vuelto a tener tres escaños desde aquel día.

Muerte y resurrección del PSN

Los resultados al Congreso de 2008 no reflejan la turbulencia política que se vivía a nivel interno en Nafarroa. Ocurrió al contrario. Los porcentajes de voto al Congreso apenas se movieron cuando Barkos revalidó el escaño, siendo la desviación en positivo de UPN en el 1,1% la más significativa.

Hay que esperar a 2011 para ver lo profundo de este nuevo giro político y social que se ha producido. En esos comicios, el PSN perdió uno de cada tres votantes. En clave interna navarra, el motivo de la fuga puede leerse como una reacción al «agostazo» y a la decisión de convertirse en muleta de UPN, cuando podrían haber formado un gobierno de izquierdas con Nafarroa Bai. En clave externa estatal, aquellas elecciones fueron adelantadas por José Luis Rodríguez Zapatero, que no supo hacer frente a la gran crisis.

No solo el espacio político del PSN se vio azotado en aquellas elecciones. ETA había puesto fin a la lucha armada y la izquierda abertzale regresaba al escenario de la política representativa. Sortu alcanzó primero una alianza con EA y, a última hora, también con Aralar. Esto provocó que acabaran utilizando el nombre Amaiur en lugar del Bildu original. La marcha de Aralar, a su vez, puso el punto final a NaBai. Aun así, independientes de NaBai y el PNV lograron un acuerdo cogido en parihuelas, y comparecieron como Geroa Bai. El voto abertzale se dividió casi por la mitad, quedando Amaiur algo por encima, pero permitiendo que Barkos (principal línea de continuidad entre NaBai y Geroa Bai) siguiera en Madrid.

En resumen, los resultados que obtuvo en nacionalismo vasco en Nafarroa fueron históricos, superando la barrera de los 90.000 votos. En ninguna otra ocasión se ha acercado a esta cifra, siendo los 68.000 de últimas elecciones su segundo mejor resultado desde el cambio de siglo.

Un veterano de la lucha sindical y obrera, Sabino Cuadra, fue el elegido por Amaiur para ser la voz de Nafarroa. Y, de nuevo, el herrialde se hace notar. A Cuadra, por medio de una decisión jurídica sin precedentes, le obligan a marcharse al Grupo Mixto junto con el resto de sus compañeros de Amaiur. Barkos, por su parte, acabará dando una lección de coraje compatibilizando sus intervenciones en el Congreso con la quimioterapia.

La derecha se va al Mixto

UPN trató de reaccionar a todos estos cambios rompiendo su acuerdo con el PP en 2008. Lo hizo por celos, porque ve que su voz en Madrid queda diluida dentro del PP mientras los abertzales, aun dentro del Grupo Mixto, sabían hacerse notar. Pero, sobre todo, lo decidió en vistas de que tiene una sangría de votos, lenta pero incesante, y que sus socios estratégicos del PSN pasaban por momentos críticos. Había que facilitar que el PSN les apoyara con un coste político mínimo.

UPN se presentó en 2011 aliado con el PP, pero sus representantes acuerdan pasarse después al Grupo Mixto. Carlos Salvador y Jon Iñarritu se sentaban el uno al lado del otro. Esta decisión de UPN de ir al Mixto se mantuvo en las elecciones siguientes. Y sigue funcionando con Navarra Suma, después de que fagocitaran a C’s. Cabe resaltar, además, que la fórmula Na+ dejó en 2019 poco espacio a Vox, que sacó la mitad de votos que la media estatal (aunque en Erribera la diferencia no fue tanta).

Podemos, como un cohete

La entrada en la partida de Podemos fue por todo lo alto, dando el sorpasso con enorme autoridad. Se convirtió en segunda fuerza en 2015 y se llevó dos diputados. UPN. Aún le fue mejor en la repetición electoral de 2016, ya que en Nafarroa funcionó eso de comerse a Izquierda Unida. Se quedaron a 12.000 votos de UPN.

Pero el cohete estalló en la última cita con las urnas, en consonancia con la caída en desgracia de la formación de Pablo Iglesias a nivel estatal. Perdió uno de cada tres votantes, bajando de dos escaños a uno, que se quedó la número tres de la formación morada, Ione Belarra. Eso sí, lo mantuvo con colchón suficiente como para llegar a estas elecciones con la confianza de mantenerlo.