GARA
LA PAZ
GOLPE DE ESTADO EN BOLIVIA

Áñez se autoproclama presidenta y dota de ficción institucional al golpe

Sin quórum ni respaldo constitucional, Jeanine Áñez se autoproclamó ayer presidenta de Bolivia. Culmina así una fase crítica, la de construir una ficción institucional para darle barniz legal a un golpe de Estado para que pueda parecer democrático y sea reconocido internacionalmente. Jair Bolsonaro y Donald Trump fueron los primeros en hacerlo.

La senadora opositora Jeanine Áñez, hasta ayer vicepresidenta segunda del Senado, se ha autoproclamado «presidenta interina» de Bolivia. Sin haber reunido quórum, con dos tercios de la Cámara ausentes en señal de protesta –en ambas cámaras el Movimiento Al Socialismo (MAS) del derrocado Evo Morales tiene mayoría–, sin respaldo constitucional y saltándose toda legalidad, un militar le colocó la banda presidencial a Áñez.

Rodeada por un grupo de cómplices, en una operación apañada por el Ejército, la autoproclamada presidenta culminó así a una de las fases más decisivas del golpe de Estado en Bolivia. A saber, la de construir una ficción institucional que la legitime, la de dotar al golpismo de un barniz legal que pueda proyectarlo internacionalmente para luego poder dar paso a la cascada de reconocimientos de diferentes países a la usurpación del poder. Así lo dictaba el guión de guerra híbrida orquestado desde Washington para cambiar el gobierno antiimperialista e indigenista de Morales por otro neoliberal, proestadounidense y dirigido por blancos.

Áñez terminó su discurso ante una Cámara semivacía, que le fue susurrado al oído, con un significativo «¡sí se pudo!», sin ocultar su satisfacción por haber culminado un golpe de Estado que siempre tuvo el objetivo de presentarse como democrático. Una vez construida la ficción institucional, el gobierno ultraderechista brasileño de Jair Bolsonaro se convirtió en el primer país en reconocer a Áñez como presidenta de Bolivia, tras constatar que «todos los ritos constitucionales están siendo cumplidos». No tardó en sumarse a la lista el marionetista que ha movido los hilos desde Washington, Donald Trump. Paralelamente, reunido el Congreso Permanente de la OEA en la capital de EEUU, su secretario general, Luis Almagro, dio un discurso incendiario contra el expresidente boliviano al que acusó de haber dado un golpe de estado en su país.

Resistencia frente al golpe

Desde su exilio en México, el expresidente Evo Morales se mostró enormemente agradecido con el país azteca por haber «salvado mi vida». Por otra parte, el canciller mexicano Marcelo Ebrard detalló el complicado trayecto –y dejó una buena radiografía de las relaciones entre países latinoamericanos– que el avión de la Fuerza Aérea mexicana tuvo que hacer para sacar a Morales de Bolivia. Así, confirmó que Perú se negó «por valoraciones políticas» a conceder el permiso para que el avión descendiera en Lima para recargar combustible, el gobierno ecuatoriano de Lenín Moreno le impidió sobrevolar su espacio aéreo, algo que también hicieron los militares bolivianos.

Con un Morales asilado en México y analizando estrategias, con los dirigentes y cuadros de su partido MAS siendo víctimas de una persecución abierta, la nación aymara protagoniza particularmente los actos de protesta. Desde su bastión de El Alto, a más de 4.000 metros de altitud, han comenzado a descender hacia La Paz, donde ya hay problemas de abastecimiento de gasolina y alimentos. La Confederación Sindical Única de Campesinos de Bolivia ha decretado un plan de lucha para bloquear las carreteras y generar un cerco sobre la capital del país.