Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Estafadoras de Wall Street»

Para el gusto de los agonizantes

Cuánta razón tiene la cineasta Lorene Scafaria cuando señala que «el capitalismo aboga por hacer más ricos a los ricos y que los pobres sigan manteniendo su status. Es un sistema que nunca ofrece vías a grupos de población desprotegidos y en estos grupos estamos nosotras, las mujeres. Es un sistema que nos criminaliza». Para subrayar estas palabras, la autora de piezas como “Una madre imperfecta” ha plasmado en la pantalla toda una insurgencia alevosa y nocturna en la que la un grupo de strippers une sus esfuerzos y talentos para no solo decir «no», sino para dar un giro a su vida y plantar cara a quienes las humillan.

Todo ello a través de un plan nada sofisticado pero que les permitirá golpear a sus contrincantes donde más les duele, los bolsillos. Para llevar a cabo esta saludable declaración de intenciones, Scafaria recurre a un estilo vibrante y fogoso –jamás mareante– en el que la cámara adquiere vida propia en compañía de las protagonistas. Tomando como referencia un caso real acontecido en la dolorosa trastienda de la crisis financiera de 2008, la historia permite a la directora y guionista perfilar al máximo las interioridades de sus personajes mediante una exquisita sutileza cuando las filma a distancia corta y que contrasta sobremanera con el escaparate de neón al que se han visto relegadas.

Las secuencias gozan de un acabado técnico excelente y alterna con eficacia esos planos en los que los billetes caen como lluvia sobre las bailarinas para deleite de los hombres. Tal vez sea esta una de las estampas que mejor defina un filme en el que una Jennifer Lopez arrolladora asume con fiereza su rol protagonista pero siendo coherente con el carácter colectivo de la película. Lo que asoma en “Estafadoras de Wall Street” es, en definitiva, parte de esas emociones que a Lorca le sobrecogieron en Nueva York y que le permitieron descubrir el gusto de los agonizantes.