Mikel INSAUSTI
LES MISÉRABLES

El relevo natural del clásico «Le haine»

Ha pasado ya bastante tiempo desde que Matthieu Kassovitz impactara al mundo con “Le haine” (1995), sobre el odio racial y la conflictividad en el banlieue. Pero, a juicio del cineasta de origen senegalés Ladj Ly, la situación en el extrarradio parisino ha ido todavía a peor, por lo que convenía actualizar el reflejo de la vida en la periferia. Y ha vuelto a impactar, en vista del Premio del Jurado obtenido en Cannes y de la selección de “Les misérables” (2919) como representante francófona en los Óscar, máxime tratándose de una ópera prima. Antes había codirigido con Stéphane De Freitas “A viva voz” (2016), y ya en solitario hace dos años el cortometraje homónimo que ha servido de partida para su primer largometraje. Además es cofundador con Romain Gavras, hijo de Costa-Gavras, del colectivo de cine social Kourtrajmé.

Aunque pudiera parecer algo forzada la conexión con la obra de Victor Hugo, acaba resultando mucho más justificada de lo esperado, entre otras razones porque escribió su novela “Los miserables” en Montfermeil, situado a 17 kilómetros del centro de París, y en cuyas calles se ha instalado una miseria que no dista tanto de la decimonónica. Allí está el barrio marginal de Bosquets, donde los hermanos musulmanes han hecho más para la erradicación del narcotráfico que la propia policía.

Lady Ly utiliza el estilo en boga del documental policial para mostrar el costumbrismo local a través de la incursión en él de una patrulla de agentes, la Brigada Anticriminalidad, cuyos métodos violentos son capturados y registrados por el dron de un adolescente. De ahí que quieran hacerse a toda costa con la grabación para evitar una sublevación popular, amén de las tensiones internas del trío protagónico provocadas por un novato que no ve con buenos ojos la brutalidad policial ejercida por sus colegas.