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OSLO-Estocolmo

Abiy Ahmed defiende la unidad frente al odio al recibir el Nobel de la Paz

El primer ministro etíope y Nobel de la Paz 2019, Abiy Ahmed Ali, hizo, al recoger el galardón, un alegato en favor de la unidad frente al odio, en un momento en que su país está desgarrado por la violencia y sus esfuerzos de reconciliación con Eritrea están estancados.

«Ya no hay ‘nosotros’ y ‘ellos’. Hay solo ‘nosotros’. Porque estamos todos unidos por un destino común de amor, de perdón y de reconciliación», declaró en el Ayuntamiento de Oslo ante la mirada de la familia real noruega el primer ministro etíope, Abiy Ahmed Ali, al recoger el Premio Nobel de la Paz 2019.

En su alegato, el dirigente etíope abogó por la unidad frente al odio, en un momento en que su país está desgarrado por la violencia y sus esfuerzos de reconciliación con Eritrea están en punto muerto.

Esos esfuerzos por lograr la paz tras 20 años de guerra, sus intentos de mediación en una región inestable como es el Cuerno de África y sus reformas de democratización de Etiopía son lo que el Comité Nobel de Noruega –encargado de otorgar el Nobel de la Paz– han pretendido reconocer en Ahmed. Aunque tras unos importantes avances en los meses siguientes a asumir su cargo en abril de 2018, su política de apertura allanó el camino a un aumento de la violencia interétnica.

El exsoldado Abiy tuvo palabras de elogio para su «socio y camarada de paz» eritreo, el presidente Issaias Afeworki. «Hemos comprendido que nuestras naciones no son enemigas sino que éramos víctimas de un mismo enemigo que se llama pobreza», afirmó.

Si bien el acercamiento entre los dos antiguos enemigos fue fulgurante y se tradujo en la reapertura de embajadas y puestos fronterizos o el restablecimiento de enlaces aéreos, el proceso de acercamiento enfrenta actualmente obstáculos.

Durante su discurso, Abiy advirtió también de la amenaza que suponen para la paz y la estabilidad en el Cuerno de África la creciente presencia de grupos «terroristas» y de las superpotencias militares mundiales.

«No queremos que el Cuerno sea un campo de batalla para las superpotencias ni un escondite para los mercaderes del terror y los portadores de desesperación y miseria», aseguró. En Estocolmo, por otra parte, la gala de entrega de los Nobel otorgados por la Academia Sueca y el Comité del Premio Nobel –que empezó con un alegato a favor de los jóvenes que defienden las evidencias científicas sobre el cambio climático y que luchan contra esta emergencia– se vio ensombrecida por la polémica en torno al Nobel de Literatura del austríaco Peter Handke, criticado por sus posiciones proserbias en las guerras de los Balcanes y por minimizar la masacre de Srebrenica.

El revuelo por el galardón a Handke eclipsó al resto de premiados, entre ellos la escritora polaca Olga Tokarczuk, Nobel de Literatura de 2018, premio que el año pasado quedó en suspenso ante la crisis que atravesaba la Academia, salpicada por un asunto de abusos sexuales.

Además, recogieron su premio la segunda mujer Nobel de Economía, la francesa Esther Duflo –por su nuevo enfoque en la lucha contra al pobreza–, y el laureado más anciano de la historia, el alemán nacionalizado estadounidense John Goodenough, que a los 97 años recibe el premio de Química por ser uno de los padres de las baterías recargables de litio.

Boicot y protestas por el premio a Peter Handke

La concesión del Premio Nobel de Literatura al escritor austríaco Peter Handke, acusado de burlarse del Tribunal Penal para la Antigua Yugoslavia (TPIY) y de los informes de expertos y periodistas sobre las atrocidades en Bosnia, recibió muchas críticas al conocerse, y la entrega del galardón no iba a estar exenta de polémica. El boicot de Albania, Kosovo, Croacia y Turquía y varias protestas marcaron la ceremonia de entrega de los casi siempre políticamente correctos galardones, al menos en lo que hizo referencia a Handke.

Handke fue recibido con una protesta simbólica a las puertas de la Sala de Conciertos de Estocolmo, donde se celebró la gala de entrega de los Nobel, que precedió a una segunda en la que participaron centenares de personas a pesar de las temperaturas bajo cero, con pancartas con el lema «Negar el genocidio es la fase final del genocidio». Durante la protesta subieron al estrado supervivientes de la guerra de Bosnia y representantes de la fundación Madres de Srebrenica, entre ellas Munira Subasic.GARA