Aimar ETXEBERRIA
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CITA CON LAS URNAS

Entre el Brexit y las identidades políticas, Gran Bretaña se juega su futuro

Una sociedad británica doblemente dividida acude hoy a las urnas. Por una parte, habrá quien priorice la cuestión del Brexit a la hora de depositar el voto y, por otra, quien se mantenga fiel a sus principios políticos. A ello se aferran, respectivamente, el conservador Boris Johnson y el laborista Jeremy Corbyn.

Que la de hoy sea la primera cita electoral en casi un siglo que se celebra en una jornada decembrina evidencia la excepcionalidad de la misma. Que los británicos acudan hoy a las urnas por tercera vez en menos de cuatro años, también. Con la cuestión del Brexit como razón de ser y telón de fondo de la jornada electoral, será la sociedad británica quien, mediante su voto, decida el rumbo que debe tomar la isla en los próximos años.

Huelga decir que es el candidato conservador, Boris Johnson, quien se presenta en las quinielas como máximo favorito a la victoria electoral. Con una ventaja media en las encuestas de unos diez puntos sobre su principal adversario, el laborista Jeremy Corbyn, todo lo que no sea sumar una mayoría absoluta en la Cámara de Westminster sería un fracaso para él. Para ello adelantó los comicios, para cumplir de una vez con el Brexit o, como tantas veces ha repetido durante la campaña electoral, «[to] get Brexit done». En caso de que falle en su intento y no sume 326 escaños o más –que es donde se sitúa la mayoría absoluta–, tendría bastante más difícil que su predecesora en el cargo, Theresa May, para buscar socios que le aupasen al poder.

El laborismo, por su parte, se estará revolviendo por no haber contado con más días de campaña, en el que paso a paso ha ido comiendo terreno al candidato tory, quien se ha empeñado más en no meter la pata –que ha acabado haciéndolo– que de otra cosa. Con un programa radical en lo social y económico, el líder laborista ha vuelto a renacer de sus cenizas para demostrar a aquellos que no le tienen simpatía que sus principales propuestas de nacionalización –entre otros, del agua, del transporte ferroviario o de la banda ancha– tienen cabida en las sociedades del siglo XXI.

Claves de la jornada

Serán dos los principales contendientes de la cita electoral –los liberal-demócratas se han desinflado durante la campaña y el Partido del Brexit ha regalado prácticamente su voto a los tories–, pero habrá que ampliar el foco para dar con las claves de la jornada. Una de ellas será el sentido táctico del voto de los ciudadanos. En un sistema electoral mayoritario en el que los escaños se reparten entre aquellos candidatos más votados en cada circunscripción, este factor puede favorecer al Partido Conservador por el simple hecho de que el voto favorable de la permanencia del país en la UE se presenta más fragmentado a lo largo del territorio.

Y es que, mientras que los tories han conseguido aunar el voto brexiteer, el laborismo no ha hecho lo propio con los remainers. En esas, es probable que los liberal-demócratas, gracias a una posición más firme respecto al Brexit –proponen revocar la invocación del artículo 50, es decir, dar marcha atrás en el asunto–, arañen algún que otro escaño a los de Corbyn, que se agarran a su neutralidad con respecto al tema.

También habrá que mirar con atención a lo que ocurra en el «red wall» (muralla roja) del laborismo, que se extiende por el nordeste de Gales, continúa por las Midlands (Tierras Medias) inglesas y abarca el norte de Inglaterra. Estas tierras, feudos históricos del laborismo, pero donde el sentimiento euroescéptico afloró con fuerza hace tres años, se juegan mantenerse fieles a sus principios políticos o romper con la lealtad casi tribal que han dedicado al Partido Laborista.

La «muralla rioja» laborista es, asimismo, donde se sitúan la mayoría de los escaños denominados «marginales», que serían aquellos en los que la diferencia entre candidatos en 2017 fue de apenas 1.000 votos, o donde el Brexit triunfó en 2016. De entre los 50 escaños «marginales» con los que el laborismo cuenta actualmente, 39 votaron a favor de la retirada británica de la UE; en 16 de ellos, el «Leave» sobrepasó el 60% del voto. En caso de que Johnson se haga con la ansiada mayoría absoluta, será porque habrá arrebatado al Partido Laborista un numero significante de estos escaños.

El Brexit –sobre todo–, la NHS –la sanidad pública británica–, la seguridad , la economía y la inmigración han fagocitado el debate público durante la campaña, que ha transcurrido sin pena ni gloria hasta que han llegado las meteduras de pata de Johnson. La más sonada, en Sunderland, cuando un periodista de la cadena ITV intentó enseñarle la foto de un niño de cuatro años y víctima de la neumonía yaciendo en el suelo de un centro sanitario de Leeds a la espera de una cama disponible. El candidato tory, que se negaba a mirar la foto, llegó incluso a arrebatar el móvil del periodista para metérselo en el bolsillo. Favorito sí, pero todo está abierto en los comicios «más extraños» que Johnson jamás ha vivido.

 

El SNP busca recuperar terreno y mandato

Aunque sea de reojo, el electorado británico estará atento a lo que suceda en Escocia, donde el SNP ha dominado todas las citas electorales al Parlamento de Westminster desde 2015. La formación gubernamental, que se dispone a una nueva victoria electoral al norte de la isla, puede ser determinante en caso de que el paso por la urnas no depare una mayoría clara.

Los liderados por Nicola Sturgeon, que se mantiene en sus trece de celebrar un segundo referéndum de independencia en la segunda mitad del año que viene, ya han adelantado sus intenciones de sostener un gobierno laborista a cambio de la transferencia de las competencias para la convocatoria de dicha consulta. Las encuestas sugieren un empate técnico entre quienes optarían por el «Sí» a la independencia escocesa y quienes abogarían por el «No».

Ante ello, los conservadores, que son los únicos que pueden contrarrestar el poder de los nacionalistas en Escocia, ya han adelantado que se opondrán a una nueva consulta en cualquier circunstancia. Los laboristas, por su parte, han navegado entre dos aguas durante toda la campaña, aunque parece que estarían dispuestos a un pacto con el SNP.

El SNP sumó 35 escaños en las últimas elecciones generales frente a los 56 que cosechó en los comicios de 2015. El número de representantes determinará si Escocia está más cerca o lejos de un nuevo referéndum.Aimar ETXEBERRIA