Raimundo Fitero
DE REOJO

Porno

Hubo una vez un torero de fama que era a su vez licenciado en Historia del Arte. Además de torear de manera muy pinturera, de poner banderillas de una forma artística, pintaba. Y hablaba con una consistencia intelectual alejada del tópico de taurinos, aplaudidores y aficionados de rebujito y caña de ibérico. Su nombre es el de Luis Francisco Esplá. Acaba de decir una de las frases que redondean la faena para esclarecer el momento en el que vivimos: «Antes que política haría porno». Una declaración política contundente, absoluta.

Lo que suscita una gran duda, ¿no están haciendo pornografía política los actuales primeros espadas de la tauromaquia partidista y constitucionalista? El ruedo político ibérico convertido en una charlotada, término del siglo pasado para anunciar unos festejos taurinos familiares a donde se llevaban a los niños para que vieran como se mataban unas vaquillas que primero volteaban a varios toreros con acondroplasia (enanismo), los espadas de mayor rango iban disfrazado, algunos de Charlot, y una txaranga con aires circenses animaba toda la velada.

Así veo las tertulias donde aparecen políticos y periodistas de partido. Una charlotada donde todos los temas están afeitados. Un entretenimiento maligno. Pornografía política, aunque le llamen erotismo del poder. Si uno se fija, ya no existe preludio, juegos, acercamientos, aquí se va al Tinder directamente, se encuentran y deben tener relaciones sexuales a la primera. Ya no existe programa, ideario, filosofía, objetivos compartidos. No. Ahora hay que formar gobierno, es decir follar, como sea, y ya. Porno blando. Ver al cuñado de Urdangarin recibiendo es la imagen de una casa de citas con corbata y mucha laca. Los del trifachito y algunos barones de Sánchez son expresiones de una panoplia de parafilias políticas rotundas.