Ramón SOLA
OTRO MONTAJE QUE SE DESPLOMA EN LA AUDIENCIA NACIONAL

LA TERMITA CDR, TAN FALSA COMO EL DIXAN Y EL TITADINE

97 días han bastado para acabar con la farsa de los «precursores de explosivos» incautados a CDR. La AN admite que las sustancias halladas no son explosivas. «Lo sabían desde el inicio», dice el abogado Xavier Pellicer. Hay precedentes, en Catalunya y Euskal Herria.

Ocurrió en un momento político muy concreto, previo a la esperada sentencia del Tribunal Supremo sobre el «procés», en un contexto en el que al Estado le interesaba poner en primer plano la existencia –si no fuera real, al menos sí hipotética– de riesgo de acción violenta por parte del independentismo catalán. El 23 de setiembre nueve miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) eran detenidos por la Guardia Civil y siete de ellos acababan en prisión. Para ello se construyó una acusación de «terrorismo» basada en el supuesto hallazgo de explosivos que no se concretaban y en el supuesto testimonio de algún detenido al que no se permitió abogado de confianza.

Horas después de los arrestos, los explosivos de los que hablaban los primeros teletipos pasaban a ser en el atestado del instituto armado simplemente «precursores de explosivos»; es decir, sustancias que podían servir para fabricar artefactos de lo que en Euskal Herria se llamó kale borroka. Tres meses y cuatro días después, ni eso. La Sala Segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional, en una terna de jueces con una composición más garantista de lo habitual en el tribunal especial y José Ricardo de Prada como ponente, deja claro en el auto de excarcelación de Alexis Codina que las sustancias halladas «no son en sí mismas explosivas».

La Audiencia Nacional ya dejó libres a tres de los siete CDR hace una semana y anunció la liberación de un cuarto (Ferran Jolis) en la mañana del jueves, pero esta decisión sobre Codina adquiere una relevancia especial porque la Guardia Civil le incluía en su «grupo productor» de explosivos, y de hecho las sustancias fueron incautadas en su casa.

Frente a ello, la Sala Segunda ha dictado su excarcelación con fianza de 10.000 euros señalando que las circunstancias de Codina son las mismas que las de los tres previamente liberados dada la «objetiva inexistencia de explosivos». Habrá que ver qué ocurre ahora con los otros dos incluidos en ese «núcleo duro», porque Jordi Ros y Germinal Tomás siguen encarcelados.

Hoy aluminio, antes jabón... o nada

En su atestado, la Guardia Civil apunta al parecer (el sumario está bajo secreto) a que en el fantasmagórico «laboratorio» los detenidos pretendieran fabricar termita, una mezcla pirotécnica a partir de aluminio y óxido metálico que tiene usos civiles como soldar ruedas de ferrocarril.

Xavier Pellicer, abogado de la defensa, aseguraba ayer en Catalunya Radio que «saben desde el principio que no hay explosivos». Y es evidente que lo ocurrido remite a dos precedentes sonados, uno en la propia Catalunya y otro en Euskal Herria.

En 2003, en un momento en que también se apreciaba clara intencionalidad política porque el Gobierno Aznar necesitaba argumentos para sustentar su apoyo a la guerra de Irak, en Barcelona o Girona se detuvo hasta a 23 personas acusadas de formar una célula yihadista que manejaba explosivos.

Un informe del Ejército español lanzó la tesis y el FBI lo etiquetó incluso como «napalm casero». Pero cuando el caso llegó a juicio en la nada sospechosa Audiencia Nacional se confirmó que allí no había más sustancias que detergente o ralladura de coco, por lo que la trama fue rebautizada popularmente como «comando Dixan».

Seis personas de nacionalidad argelina resultaron condenadas finalmente por «organización terrorista», pero se descartó la «tenencia de explosivos». Y la sentencia fue tajante al respecto: «El informe [del FBI] carece de los requisitos para ser tenido como prueba por un tribunal».

Un año después, el yihadismo sí golpeaba de modo terrible en Madrid, con la matanza del 11M. En este caso, la patraña consistió en una simple intoxicación mediática. Desde el mediodía de esa mañana de jueves 11 hasta la noche del viernes 12, a través de agencias estatales que citaban «fuentes antiterroristas» se fue dando por bueno que el explosivo empleado había sido Titadine, usado frecuentemente por ETA en aquella época.

Hicieron falta 32 horas más (y entre medio el hallazgo de la furgoneta Kangoo empleada por los autores y el desmentido de ETA) para que el ministro del Interior, Ángel Acebes, reconociera que lo que había estallado en los trenes era realmente dinamita. El objetivo político de fondo volvía a quedar a la vista: Titadine era la única forma que las cloacas del Estado habían encontrado para tratar de tergiversar la autoría de la masacre.

 

La fiscalía sigue viendo lo que la gc: «elementos» y «un taller»

Tanto en el «comando Dixan» como en el 11M, la Fiscalía primero y la AN después terminaron aceptando la realidad de los hechos. Pero habrá que ver cómo se sitúa el Ministerio Público en este caso, porque de momento se ha quejado de que el auto de Codina diera a entender que aceptaba su excarcelación cuando solo da por buena la de los cuatro primeros liberados.

El fiscal del caso, Miguel Ángel Carballo, sigue situando a Codina, Ros y Tomás en la hipótesis de un «grupo productor de explosivos». A Codina, en concreto, le atribuye «ser la primera persona que conseguía por sus medios algunos elementos esenciales como el óxido de hierro». Y se alinea con la Guardia Civil cuando dice que halló en su casa «un pequeño taller para la elaboración de sustancias incendiarias».R. S.