Raimundo Fitero
DE REOJO

Hidratante

Parece ser que hay un ministro que se reclama comunista y que está al frente de una cartera que lleva el título de Consumo. Dalí decía: «Picasso es comunista; yo tampoco». Consumir sustancias es una de las figuras retorcidas que usan los drogodependientes en fase de deshabituación. Cuando se hacía política sólida y no hidratante como ahora, el consumismo era una de las plagas que debíamos fumigar con actitudes y un poco de rock and roll. Al tomar posesión de su cargo fijó su acción en regular, acotar, redefinir las casas de apuestas. ¿La ludopatía no estaría bien que se tratara con técnicas sicológicas y no con reglamentación restrictiva de consumidores? Me lo empezaré a creer si estas amenazas oportunistas se extienden de manera general y también toma conciencia de la ruina que produce el bingo, los casinos, los cupones de los ciegos, la lotería, la bonoloto, las quinielas y otros juegos de azar que patrocina el propio Estado cara recaudar fondos destinados a comprar aviones de guerra o automóviles blindados para los nuevos ministerios que se han creado para dar cabida a quienes aseguran ser comunistas por el hecho de ser funcionarios desde su más tierna infancia del PCE o de IU.

El consumismo ahora es norma. Estamos en rebajas y se ve al personal salir de los establecimientos cargado de bolsas repletas de prendas o utensilios que no le hacen falta, pero como se creen que están ante un chollo, lo compran. Las tarjetas de débito o de crédito echan humo. Hay que usar crema hidratante hasta en las uñas. Ser ministro de Consumo debe ser parecido a un conserje de una entidad bancaria. Unos almacenes de una firma multinacional aseguran que han superado todos los récords de ventas al lanzar una línea de ropa para mascotas. ¿Intervendrá el ministro ante esta muestra de delirio consumista?