Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Bad Boys for Life»

Aceptable como final de una trilogía

Por qué la tercera entrega de la franquicia “Bad Boys” ha sido rodada con menos presupuesto que las dos anteriores? Exactamente ha costado 90 millones de dólares, mientras que la anterior manejó hace diecisiete años la muy superior cantidad de 130 millones. Se me ocurren varias respuestas, e incluso puede que todas ellas sean complementarias y hayan influido en menor o mayor medida en la decisión final del productor Jerry Bruckheimer, superviviente de la era de los “blockbusters” y del video-club, y que de este negocio sabe como el que más. En primer lugar cabe recordar que “Dos policías rebeldes” (1995) y “Dos policías rebeldes II” (2003) fueron dirigidas por Michael Bay, megalómano cineasta que no sabe hacer películas con menos de nueve cifras. Por problemas de agenda, que es lo que dicen todos, no ha podido dirigir “Bad Boys for Life” (2020), que ha pasado a manos de los belgas de origen árabe Adil El Arbi y Bilall Fallah, para quienes ya el mero hecho de aterrizar en Hollywood con una superproducción ha tenido que ser estresante de por sí, así que mejor no haber contado con más medios aún.

Otra razón evidente es que el estudio Sony se encuentra en plena política de recortes, al necesitar recuperarse de una serie de reveses comerciales aplicando el máximo margen de ganancia. Un problema extensible a la carrera personal del actor estelar Will Smith, que se agarra ahora a lo que ya funcionó en su momento como extensión de las “buddy movies” ochenteras de parejas policiales, gracias a la buena química con su colega Martin Lawrence.

Y, lo más importante, el guion de esta secuela contiene carga nostálgica, lo que justifica aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, aconsejando no intentar superar el prototipo original de comedia de acción espectacular.

Los personajes expresan el cansancio y el desgaste y la película entretiene como final de un trilogía, que debería quedarse ahí y no extenderse.