Iñaki EGAÑA
Historiador
ARSENAL DE ETA EN MANOS DE POLICÍAS FRANCESES

Pasión por las armas

A falta de conocer qué es verdad y qué es mentira en el caso de los policías franceses que se apoderaron de armas de ETA procedentes del desarme, el historiador y experto en este proceso Iñaki Egaña analiza la filtración y lanza algunas preguntas incómodas pero muy procedentes.

Hace unos días hemos asistido a una sorprendente filtración policiaco-periodística. La existencia de un arsenal compuesto por armas y detonadores procedentes del desarme definitivo de ETA en abril de 2017, más otro puñado de ingenios capturados por la Gendarmería a grupos de “bandidaje”, probablemente yihadistas.

La filtración fue firmada por un periodista habitual en temas policiales en el semanario “Le Point”. Un reportero, Aziz Zemouri, autor también de varios libros sobre yihadismo y uno en especial, “L'Élysée off”, que atacó en la línea de flotación del presidente François Hollande, en cuya legislatura se había producido precisamente el desarme de ETA. Zemouri, por esta y otras razones, fue acusado de favorecer a Nicolas Sarkozy. Precisamente, también el expresidente Sarkozy será juzgado en breve por corrupción y tráfico de influencias.

Aziz Zemouri, como luego lo transmitieron decenas de medios, aseguró que un comandante de Arras (Calais, en el norte de Francia) había sido, junto a un subordinado, el responsable del desvío y acopio de las armas. Y remataba el artículo con una rocambolesca historia que incluía la clásica denuncia anónima, la cámara estropeada a propósito, el arrepentimiento de los supuestos ladrones y sus excusas como apasionados por las armas.

Excusas aparentemente dadas por válidas por la Justicia, que tramitó un expediente administrativo y evitó el Correccional (vía penal). Zemouri concluía su artículo con una leve ironía: «Hasta ahora se desconocía que había apasionados por los detonadores de ETA».

Sin embargo, y tras la filtración, France Presse (AFP) –la agencia cuyo principal cliente es el Gobierno francés– se apresuró a matizar algunas de las cuestiones. La primera, que el comandante “ratero” va a ser juzgado el próximo mes de abril, desdiciendo al artículo de Zemouri que señalaba que el protagonista del robo ya había aceptado su culpa y había sido juzgado y excluido de su grupo de desminadores.

La segunda y más sorprendente, que el policía no era de Arras, sino de Montpellier, en la otra punta del Estado, donde había sido comandante en jefe de una de las secciones más importantes de desminadores. Lo que, por extensión, identificaba al policía a partir de una sencilla verificación de la cadena de mando del centro. Su nombre y fotografía están a la vista: cara redonda, pelo canoso, breves entradas y nariz y cuello de boxeador. Casualidad, su nombre coincide con el de un conocido hombre de negocios francés.

Según AFP, las armas de ETA habrían sido transportadas a Montpellier y de allí a Arras, cuando el agente cambió de destino. En Arras estaban guardadas en lugar oficial, en el mismo centro de desminado que compartía el comandante con otros policías. La agencia añadía que, según el juez encargado del caso, se había descartado el tráfico de armas ya que se trataba de un «apasionado coleccionista».

Con el tema en el candelero periodístico francés y español, un tercer medio, France Bleu, añadió otras exclusivas relevantes. Antes de su puesto en Arras y en Montpellier, el comandante había trabajado en el grupo de desminadores con jurisdicción en Ipar Euskal Herria. Habría transportado las armas de un lugar a otro en un camión. Y desde que se descubrieron los hechos había estado de baja médica, hasta que un comité disciplinario le había anticipado la jubilación.

France Bleu era el único medio que mostraba una imagen del arsenal de Arras, firmada por Pierre Heckler, un fotógrafo de un diario de Metz.

Hasta aquí, tal y como se han transmitido los hechos. La verdad es que es un relato repleto de disparates, lo que obviamente le resta credibilidad. Entre ellos y el principal, la supuesta laxitud con que ha sido tratado el policía con pinta de boxeador: ni depósito de armas, ni traslado de artefactos de guerra, ni robo de armas. Ni siquiera se considera a las armas como peligrosas por el hecho de que están “desmilitarizadas”. Como si hubieran perdido su capacidad original. Sanción administrativa, jubilación anticipada. ¿Castigo o premio? Con Francia en pie de guerra con el tema de las jubilaciones, más bien parece una recompensa.

En la década de los 90, el equipo del exgeneral Enrique Rodríguez Galindo, de la Guardia Civil de Intxaurrondo, derivó armas incautadas a ETA a un zulo que se descubrió años más tarde. El propio Galindo enseñaba en su despacho armas de ETA supuestamente intervenidas por jueces y supuestamente ubicadas en el depósito de Madrid al efecto, en la calle General Ibáñez de Ibero. Al parecer, no había inventarios.

En París, hay un sector del Estado profundo francés que lleva tiempo alimentando la teoría de que ETA no ha desaparecido, de que no devolvió su arsenal sino una parte y de que un sector de sus antiguos militantes está preparando la vuelta. Entre los defensores de esta tesis se encuentran pesos pesados como el comandante Laurent Hury y el capitán Emmanuel Layet, ambos responsables de la SDAT (Subdirección Antiterrorista) para el caso vasco. También participan de esta noción algunos procuradores (fiscales) que sistemáticamente han recurrido decisiones de jueces franceses aliviando la carga penitenciaria de presos vascos.

¿Y si el comandante de Arras recién jubilado no fuera sino el depositario de un arsenal “dormido” para que, en determinada ocasión, un sector de ese Estado profundo pudiera ejecutar una operación de falsa bandera u otra forma de actividad encubierta? ¿En nombre de los que ya no tienen nombre y así alimentar las tesis de los que han engordado a cuenta de la lucha antiterrorista? ¿Para provocar un escenario incontrolado donde los que ganan son los lobbys securócratas?

Sé que el párrafo anterior es una mera especulación. Pero es resultante de los cientos de acciones encubiertas que París ha ejecutado a lo largo de las últimas décadas a lo largo del planeta. También en Euskal Herria. Y es una hipótesis nada descartable, a cuenta de los argumentos inverosímiles que han filtrado sobre ese desvío del antiguo arsenal de ETA.