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La primera bomba atómica francesa alumbró el cielo del Sahara hace sesenta años

El lanzamiento de su primera bomba atómica en el desierto del Sahara hace ayer 60 años abrió la puerta a la carrera nuclear del Estado francés. A la «Gerboise bleue» le siguieron 17 bombas más en territorio de Argelia.

El 13 de febrero de 1960, todos aguantan la respiración en el desierto de Argelia: el lanzamiento de la “Gerboise bleue” es el más poderoso primer ensayo nuclear jamás realizado y convirtió al Estado francés en la cuarta potencia atómica del mundo, pero la radioactividad se extendió por África Occidental y sur de Europa.

La bomba de plutonio de 70 kilotones, tres o cuatro veces la lanzada por EEUU en Hiroshima, fue colocada sobre una torre de 100 metros. Cuando se desencadenó la explosión, a las 07.04 horas, un rayo gigante iluminó el cielo y la arena del suelo se vitrificó por efecto del calor en un radio de 300 metros.

La explosión tuvo lugar en la desértica región de Raggane, al sur de Argelia, entonces ocupada por Francia, donde se había establecido el Centro Saharaui de Experimentos Militares (CESM) y que permitió al Estado francés entrar en el pequeño y selecto grupo de potencias con armamento nuclear. Francia, gobernada entonces por el general Charles De Gaulle, buscaba alejarse de la tutela militar estadounidense mediante la creación de su propios sistema de defensa, lo que llegó al Gobierno a abandonar en 1966 el comando integrado de la OTAN.

«Hurra por Francia», escribió entusiasmado De Gaulle en un telegrama enviado desde París a un ministro presente en el acto.

Durante meses se habló del lanzamiento, entre febrero y marzo, de la primera bomba atómica en Raggane, a 1.200 kilómetros de Argel, pero fueron las condiciones meteorológicas las que decidieron la fecha exacta de la explosión, tal día como ayer hace sesenta años.

Esa mañana las condiciones eran supuestamente ideales para limitar al máximo la propagación de las partículas más pesadas y las cenizas radioactivas.

Tres días después, las autoridades francesa aseguraron que los niveles de radioactividad estaban muy por debajo de los estándares de seguridad aceptados. Sin embargo, documentos desclasificados en 2013 revelaron que una lluvia radioactiva mucho mayor que la admitida entonces se extendieron a todo África Occidental y al sur de Europa, aunque técnicos bien protegidos recuperaron los dispositivos de medición enterrados en el lugar de la explosión.

A “Gerboise bleue” le siguieron 17 bombas más, hasta 1966, todas ellas en Argelia, a pesar de que en marzo de 1962 se firmaron los Acuerdos de Evian que ponían fin a la guerra de independencia y de que cuatro meses más tarde Argelia conseguía oficialmente su libertad.

Seis años después, Francia detonó su primera bomba H (termonuclear), mucho más poderosa que la de fisión, en la Polinesia francesa. Entre 1966 y 1974 los atolones de Mururoa y Fangataufa sufrieron 46 explosiones nucleares a cielo abierto. Hasta 1991 se detonaron 147 bombas bajo el coral, con un poder de devastación decenas de veces mayor que las de Hiroshima y Nagasaki.

Jacques Chirac anunció el cese de estas pruebas en 1996.