Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Casanova, su último amor»

El libertino que conoció y sufrió el romanticismo

Me queda la duda de si esta película habría sido posible de no haber existido antes “Il Casanova di Federico Fellini” (1976), pues fue el maestro italiano quien dejó abierta la puerta para curiosear en la decadencia del mito del gran amante veneciano, partiendo de su libro autobiográfico “Historia de mi vida”. De la obra literaria de Giacomo Casanova, Benoît Jacquot, que ya había recreado el ambiente dieciochesco en “Adiós a la reina” (2012), se ha interesado por su episodio más desconcertantemente romántico, que viene a contradecir la fama de libertino que el de Venecia acumuló a lo largo de sus viajes por las cortes europeas.

Nos encontramos por lo tanto otra vez con el viejo Casanova ya retirado en Bohemia, donde en sus últimos días ejerció como bibliotecario rindiendo culto a la palabra tal como a lo largo de su vida lo hiciese con la belleza. Desde su ocaso recuerda un episodio ocurrido, treinta años atrás, durante su exilio en Londres, el de su único y sentido fracaso amoroso. Por una vez fue el burlador burlado, y la mujer que se le resistió y no pudo conquistar fue la cortesana Marianne De Charpillon. Aislado en una ciudad que no conocía, y sin hablar inglés, quiso refugiarse en unos brazos menos acogedores de lo que nunca imaginó.

El trabajo actoral de Vincent Lindon pretende ser más naturalista y menos teatralizado que el de su antecesor Donald Sutherland, en un esfuerzo por mostrar que debajo de la peluca y la cara empolvada había un ser humano capaz de sentir. Su encomiable labor no siempre consigue el objetivo deseado, debido a que la fama erótica del personaje se come a su hipotético lado romántico por descubrir. Más bien se trata de que en el galanteo es superado por la mujer que encarna la joven Stacy Martin, la cual le devuelve el guante en su maduro rostro al ridiculizarle mediante un juego amoroso inocente y virginal.