Hoy me hubiera gustado escribir sobre el libro que estoy leyendo o sobre el actor K. Douglas que ha muerto a la edad de 103 años y a quien siempre se le recordará por su trabajo en Espartaco, Senderos de Gloria o Duelo de Titanes. Esta semana ha sido imposible cumplir con ese deseo. Vivir y escribir en el sistema capitalista de la Europa fortificada, tan permisiva con el populismo fascista, y en una EH con el PNV apretando las tuercas de la prepotencia política y la desigualdad social, impide elegir lo que una quisiera escribir. El desprendimiento del vertedero de Zaldibar, con dos trabajadores enterrados en escombros de amianto y una montaña de irregularidades consentidas, ha protagonizado las horas más angustiosas e indignantes de esta semana.

El caso del joven inmigrante Issam, recién llegado a Gasteiz, que vivía de lo que encontraba en los contenedores y murió entre los residuos de un camión de la basura, ha mostrado el lado más triste de la indiferencia social y política. Y por último, la resolución del Tribunal de Estrasburgo, avalando las devoluciones en caliente de personas migrantes, ha dado carta blanca al inhumano control policial de las fronteras europeas. Ajenos entre sí, estos hechos me parecen textos desprendidos de un mismo relato, el de la desigualdad. Ése que, como dice T.Piketty, el sistema siempre trata y ha tratado de legitimar.