Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Fantasy Island»

Allí donde cobra forma el terror de los sueños literales

La productora Blumhouse siempre alterna lo bueno y lo malo a la hora de adentrarse en el terror y, en esta oportunidad, vuelve a descubrirnos su peor versión en un producto que ya de por sí parte de una premisa arriesgada y que toma como referencia la serie fantástica homónima de finales de los 70 que contó con Ricardo Montalbán y Hervé Villechaize, recordado este último tras ser presentado como una especie de versión diminuta de Felipe González.

Si en el original catódico todo se concretaba en dar sentido a sueños y anhelos de corte sentimental a los turistas que arribaban a la singular isla, en esta oportunidad se ha querido dar forma a una especie de reverso tenebroso a las bienintencionadas crónicas que se escenifican en el paradisíaco escenario natural de la isla.

Si esta opción puede resultar atractiva sobre el papel, lo que ha cobrado forma en la pantalla no es más que un acelerado carrusel de sobresaltos y de malos entendidos en el que la literalidad de los deseos que albergan los despistados turistas, cobran forma de manera cruel y descarnada. Caótica y sin sentido, “Fantasy Island” se conforma con regalar al espectador un encadenando de sustos tan previsibles como poco efectivos, una macabra feria de pesadillas que nunca aterra pero si aburre cada vez que tiende a profundizar en las interioridades de unos personajes muy poco elaborados.

Lo que llama poderosamente la atención es que en su conjunto la película se descubre carente de rumbo, lo cual podría ser incluso atractivo debido a que lo imprevisible puede resultar interesante, pero dicha sensación va más encaminada a las ideas mal hilvanadas por un equipo de guionistas que no sabía muy bien qué hacer con lo que tenían entre manos.

Todo esto hace que lo que podría haber sido una mordaz crítica a una sociedad consumista y trivial, se plantee como un cuento lúgubre pero cargado de moralina.