AFP
CARNAVAL EN RÍO DE JANEIRO

LA IRREVERENCIA CARNAVALERA DEVIENE EN IMPLACABLE CRÍTICA A BOLSONARO

LA TRADICIONAL IRREVERENCIA DE LAS ESCUELAS DE SAMBA EN RÍO DE JANEIRO SE CONVIRTIÓ EL LUNES EN EL SAMBÓDROMO EN UNA IMPLACABLE CRÍTICA AL ULTRADERECHISTA PRESIDENTE JAIR BOLSONARO. «FAKE NEWS», CORRUPCIÓN, VIOLENCIA POLICIAL Y DISCRIMINACIÓN RACIAL Y SEXUAL... NO FALTARON EN EL DESFILE.

El Carnaval desempolvó su espíritu político. Las últimas escuelas de samba que desfilaron con motivo del Carnaval ofrecieron en la madrugada de ayer un espectáculo mágico, cuya irreverencia tradicional trocó hasta una implacable crítica del presidente, Jair Bolsonaro, de los políticos corruptos y de la ola ultraconservadora en el país.

Violencia policial, discriminación racial y sexual, corrupción, desastres ambientales... todo tuvo cabida en esta edición del Carnaval celebrada cuando el ultraderechista Bolsonaro cumple algo más de un año en el poder.

Los casi 3.000 bailarines y monumentales carrozas de la escuela de Sao Clemente abrieron el desfile con una denuncia de la avalancha de fake news que llevaron al mandatario al Palacio de Planalto a finales de 2018 y de la corrupción en su antiguo partido, así como de las sospechas sobre uno de sus hijos.

«El Carnaval es una oportunidad para hablar en contra de todo lo que no funciona en el país», afirmó Jaqueline Feitosa, percusionista de Sao Clemente.

Tras las siete escuelas de la víspera, las últimas seis desfilaron hasta el amanecer por la gran avenida del Sambódromo diseñado por Oscar Niemeyer, frente a más de 70.000 personas.

Cada una de las escuelas tuvo una hora para encantar a público y jueces, con el poderoso sonido de la samba y la percusión, suntuosas carrozas altas como edificios de varias plantas, miles de danzantes con trajes brillantes y esculturales bailarinas prácticamente desnudas.

Privadas de subvenciones públicas por el alcalde evangélico, Marcelo Crivella, que no aprueba la exuberancia sensual de la fiesta más grande del mundo, las escuelas de samba, casi todas nacidas en favelas, tuvieron que exprimir su creatividad.

La actual campeona, Mangueira, que el año pasado homenajeó a Mireille Franco, denunció el aumento del fervor religioso fundamentalista y de la violencia policial con una performance en la que un Jesús negro viene a traer paz a una favela en la que baila con sus discípulos hasta la brutal intervención policial.

Varias escuelas han denunciado las operaciones policiales que dejaron más de 1.800 muertos –una promedio de casi cinco al día– el año pasado bajo un Gobierno que prometió reducir la violencia endémica en Brasil.

«La gente sufre mucho»

Con su Jesús de piel negra, Mangueira ya había provocado controversia incluso antes del desfile y un sector ultraconservador, hoy muy presente en los tribunales en Brasilia, pidió su prohibición por «blasfemia».

La escuela Grande Río escenificó la tolerancia religiosa, con carrozas que ensalzaban las creencias afrobrasileñas. Otras representaron la lucha por la diversidad y los derechos de los oprimidos –negros, mujeres o comunidad LGBTI– en un país dirigido por un presidente misógino, homófobo y racista.

Una vez al año, «el carnaval es alegría para todos, la gente sufre mucho y trabaja tanto (…) pero es hora de transmitir mensajes de una mayor conciencia de todos, de un Brasil mejor», dijo Marcelo Tchetchelo de Castro, bailarín de Sao Clemente.

El carnaval tiene su base en las raíces indígenas de Brasil. La escuela más exitosa, Portela, con 22 trofeos, rindió homenaje a los nativos de Tupinamba la noche anterior. «Nuestra aldea no se inclina ante el capitán», dice su canción, en clara referencia al excapitán del ejército Bolsonaro, insensible a los derechos de los pueblos indígenas.

Durante el desfile, varias escuelas rindieron homenaje a iconos de la lucha contra el racismo y la homofobia –el primer payaso negro Benjamin de Oliveira y la popular cantante de samba y bossa nova Elza Soatres, negra, pobre y un símbolo viviente de resistencia– en Brasil y alertaron sobre la degradación del medio ambiente y la deforestación en la Amazonía.