Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Confidencial y hogareño

Una de las pocas certezas con las que trabajo en estos inciertos días es que la crisis del coronavirus será fundamental para entender (y para impulsar, desde luego) un cambio de paradigma en el consumo de cultura que, también debe decirse, ya empezó antes de que el mundo entero se confinara. A lo largo de la última década, la industria cinematográfica ha experimentado una serie de cambios que nos han llevado a replantearnos los límites de su prestigio. Estoy hablando, por supuesto, del espacio (en este caso, de las salas de cine) como garante de calidad.

Escuchemos, por ejemplo, al gran Christopher Nolan, quien para la presentación de su “Dunkerque” (de esto hará ya tres años... con que a saber qué pensará ahora) declaró que si una película no estaba concebida para ser proyectada en una pantalla grande, entonces no se la podía considerar como tal. Pero claro, como ya he dicho, de esto hace ya casi una olimpiada. Vista con la mínima perspectiva histórica que hemos ganado desde entonces, dicha sentencia se antoja como el recuerdo de un pasado que va más allá de lo pretérito. Comento esto por las circunstancias que ahora mismo marcan nuestro día a día, evidentemente... pero también porque ahora, más que nunca, queda claro que las producciones de «alto standing» son perfectamente compatibles con las medidas más bien reducidas de nuestro hogar.

En este mismo espacio, hará un par de meses, me hacía eco del estreno del nuevo trabajo de Michael Bay, una de las puntas de lanza del cine más «palomitero»; una película de Netflix (a “6 en la sombra me refiero”) que funcionaba la mar de bien en las pantallas hogareñas, y que de alguna manera se convertía en símbolo de una era en la que ya no nos puede extrañar descubrir títulos como “Spenser: Confindencial” (en ella me quiero centrar ahora) desde la humildad y cercanía de nuestra propia casa.

Se trata de otra producción de Netflix; del nuevo largometraje de la pareja compuesta por Peter Berg (director) y Mark Wahlberg (actor protagonista), una de las sociedades artísticas a través de la cual mejor se puede entender el cine estadounidense actual. En esta ocasión, la dupla junta esfuerzos para adaptar el material literario de Robert B. Parker y Ace Atkins, una serie de novelas detectivescas ambientadas en las calles y suburbios de la ciudad de Boston.

En un territorio en el que, como ya vimos en sus anteriores colaboraciones, tanto Berg como Wahlberg se sienten muy a gusto. Y así mismo se comporta esta “Spenser: Confindencial” durante las casi dos horas que dura, como un agradable y divertido ejercicio de cine de géneros, en el que el thriller y la distensión de la buddy movie (la «peli de colegas») se presentan como una pareja a priori tan improbable como, a la práctica, igualmente efectiva. Al ya conocido pulso del director para la acción se le suma en esta ocasión un acertado gusto por la fuga cómica que resulta, a la postre, en un conjunto que, se mire como se mire, fija los estándares de los espectáculos evasivos de primera línea. Los que ya se definen como «hogareños».