Aritz INTXUSTA

Denuncia en Donostia para que la ayuda a domicilio no sea un foco de contagio

Los trabajadores del servicio de atención domiciliaria (SAD) tienen miedo a ir de casa en casa contagiando a los usuarios, que en su mayoría son ancianos. La ausencia de un protocolo estricto que vele por la salud de estos profesionales asoma como uno de los grandes fallos de seguridad ahora que se ha cerrado toda la actividad no esencial. Y la situación resulta particularmente grave en Donostia, donde la empresa concesionaria raciona hasta las mascarillas «de quirófano» (de un rango de protección menor que las FFP2 o FFP3 que usan los sanitarios) si el domicilio que visitan no es de una persona que tenga problemas respiratorios. A la desesperada, el comité ha interpuesto una denuncia ante Inspección de Trabajo contra la empresa adjudicataria del servicio, Donostia Aztertzen.

El protocolo que manejan hoy (aprobado por Osakidetza) fija que un trabajador del SAD debe seguir entrando en casa de usuarios con «posible, probable o confirmada» infección de coronavirus para realizar las tareas habituales. Basta con que lo haga con mascarilla de papel, guantes y bata de tela cuando se está a distancia. Y añadir a todo esto unas gafas o pantalla cuando sea imposible mantener esa distancia de seguridad.

En caso de que el usuario no presente síntomas, el protocolo no fija ningún tipo de protección. Las recomendaciones de Osakidetza se limitan a insistir en el lavado de manos, a toser tapándose con el codo, etc. Y esto Donostia Aztertzen lo lleva tan a rajatabla que ni siquiera ha proporcionado a sus trabajadores gel desinfectante para limpiarse las manos.

Solo en Donostia, el SAD dependiente del Ayuntamiento asiste a 1.500 personas, de las que aproximadamente el 80% son de edad avanzada. Cada trabajador de ayuda a domicilio visita, todos los días, entre dos a seis viviendas. Y bien lo hace sin protección o con las medidas manifiestamente insuficientes de este protocolo.

«No tiene sentido que yo tenga que hacer la compra a metro y medio de personas sanas, y la empresa me niegue una mascarilla cuando acudo a un domicilio si el usuario no tiene un problema respiratorio. Visitamos a gente muy mayor con múltiples patologías... A una compañera le han negado la mascarilla para acudir al domicilio de una persona encamada», explica Pili Larrañaga, miembro del comité de empresa por el sindicato LAB.

La situación, en muchos domicilios, es de pánico. Los trabajadores del SAD se han convertido en las únicas personas que entran en algunos pisos de personas de la tercera edad. Larrañaga relata un caso de unos compañeros que han tenido que subir a casa de una anciana que se ha encerrado de tal manera que ha comenzado a acumular bolsas de basura. Tiene tanto miedo que no se atreve a pisar la calle ni para ir al contenedor.

La epidemia, además, ha llegado ya al colectivo de usuarios del servicio. Otra trabajadora de Donostia Azterzen ha estado 15 días en cuarentena por haber estado en contacto directo con un positivo de Covid-19. Ya se ha reincorporado al trabajo, pero no se la he hecho ninguna prueba. Como no presentó síntomas, no se vio necesario.

¿Cómo asear desde lejos?

«El verte con una mascarilla les relaja», comenta Larrañaga. Una de sus usuarias tiene «la suerte» de tener problemas respiratorios, así que la empresa sí que le entrega una mascarilla de papel para la visita. «Ella no baja a la calle. Un día tosía mucho y le dije que se protegiera de la corriente. Entonces me respondió que ella no tenía miedo de la corriente, que si cogía el coronavirus sabría que se lo habría contagiado. Solo podía ser yo». El gran miedo de los trabajadores es ser infectados asintomáticos.

La ausencia de un sistema de protección válido asusta. «¿Cómo se puede mantener la distancia de seguridad cuando se está aseando a una persona? El contacto físico resulta inevitable», explica gráficamente Larrañaga. Sin embargo, tampoco la adjudicataria del servicio les ha proporcionado batas de plástico y se manejan con otras que luego lavan en sus casas.

En el escrito donde se detallan los pormenores de la denuncia ante Inspección de Trabajo por incumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales también se incluye una propuesta para minimizar ya los riesgos que supone que los trabajadores visiten a los ancianos sin adoptar un mínimo razonable de seguridad. Y pasa por la asunción de servicios mínimos hasta que no se les garanticen EPI acordes al riesgo. No tiene sentido, inciden, que la ayuda a domicilio acuda en estos días a casas de ancianos a limpiar cristales: es necesario fijar cuáles han de ser las tareas esenciales.