Iker BIZKARGUENAGA
BILBO

Las voces desinhibidas del capitalismo dicen lo que otras solo insinúan

«El remedio no puede ser peor que la enfermedad», tuiteó Donald Trump hace una semana, adelantando cuál va a ser la senda que seguirá su administración en la crisis del coronavirus: limitar todo lo posible sus efectos... sobre la economía. Al presidente de EEUU le llovieron críticas, pero lo cierto es que sus palabras, no tan distintas a las que hemos oído en las últimas horas en casa, son menos perturbadoras que las de algunas de las principales voces en el quién es quién del capitalismo estadounidense.

«Destruir la economía, los empleos y la moral es también un asunto sanitario y afecta a muchas más cosas», había escrito un día antes, en la misma red social, Lloyd Blankfein, banquero con una fortuna de 1.500 millones de dólares, abriendo un camino que pronto transitaron otros multimillonarios, temerosos de que un cierre empresarial pueda desequilibrar sus balances y menguar el grosor de sus carteras.

Como el texano Tilman Fertita, propietario de los casinos Golden Nugget y dueño de los Houston Rockets de la NBA, que se quejaba en una entrevista en Bloomberg de que «no estamos haciendo negocio».

«A ver qué sucede»

Un grado más impresentable, el financiero Dick Kovacevich sugería lo siguiente: «Podemos traer gradualmente de vuelta a esas personas –se refería a las y los trabajadores menores de 55 años– y ver qué sucede. Algunos enfermarán, algunos incluso puede que mueran, no lo sé». Tampoco le importa, pues pone a los eventuales afectados en esta tesitura: «¿Quieres sufrir las consecuencias económicas o el riesgo de tener síntomas parecidos a los de la gripe o una experiencia como la de gripe? Tienes que elegir».

Para camuflar la sociopatía que muestran este tipo de afirmaciones, hay quien ha pretendido colar un argumento sanitario, señalando que con las empresas cerradas «hay estrés, hay ansiedad. La gente puede acabar sufriendo un infarto, suicidándose o consumiendo drogas. Hay muchas consecuencias no previstas cuando la gente sufre un percance económico». El copyright de la frase es de Jenny Beth Martin, del grupo ultraconservador Tea Party, que se reunió con el vicepresidente Mike Pence la semana pasada. Del mismo pelaje ideológico es el vicegobernador de Texas Dan Patrick, quien invitaba a volver «al trabajo, a la vida. Seamos inteligentes, y aquellos de nosotros que tenemos más de 70 años ya nos cuidaremos de nosotros. No sacrifiquemos el país». Una afirmación fácil de hacer cuando el autor posee una cuenta corriente boyante y no forma parte del grupo de personas –28 millones– que no tienen seguro médico en EEUU.

«El daño de mantener la economía cerrada es peor que el de perder a algunas personas», resumió el millonario Tom Golisano. Este es el marco mental que manejan las legiones del capitalismo. Luego, el modo en que lo verbalizan depende del contexto social y el equilibrio de fuerzas. Y así, algunos andan desatados y otros están ansiosos por romper la cuerda.