Ainara LERTXUNDI
DONOSTIA
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MARÍA MARTÍN SANTACREU
SICÓLOGA Y PROFESORA DE LA UNIVERSITAT OBERTA DE CATALUNYA

«Teletrabajo y niños no siempre es posible, plantearlo es una ficción»

María Martín Santacreu es sicóloga y especialista en sicoterapia sistémica. Además de atender su consulta en Barcelona, es profesora colaboradora en el máster de Psicología Infantil y Juvenil de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). En entrevista a GARA, analiza los retos que implica el teletrabajo con niños en un contexto de confinamiento, cómo explicarles esta situación de alarma, cómo sobrellevar la carga de los deberes y cómo evitar la frustración o la angustia.

Teletrabajo con niños. ¿Es siempre posible? Dependerá mucho de la edad del niño, de si la pareja puede compaginar sus horarios para responder a las necesidades de aquellos que son más pequeños, sobre todo, de los que están en la franja de uno a tres años, de si se trata de una familia monoparental etc, subraya María Martín Santacreu, sicóloga con más de 14 años de experiencia en sicoterapia sistémica y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). En entrevista con GARA vía telefónica, cada una desde su hogar, recomienda planificar de antemano el teletrabajo, no dejarlo a la improvisación, dividir los espacios de la casa, elaborar con los niños y en un soporte físico –en una cartulina o un papel– una tabla de horarios y tareas que incluya a todos los miembros de la familia, y rebajar el nivel de exigencia y expectativa como profesionales y como padres-madres. «El objetivo primordial en esta situación debe ser mantener la calma y generar una buena dinámica en casa, porque no sabemos cuánto tiempo vamos a estar en este confinamiento», subraya.

¿En una sociedad en la que el teletrabajo no estaba tan extendido, estábamos preparados para trabajar en casa?

Las personas que ya hacían teletrabajo, claro, tienen una ventaja. Los demás se han visto en la necesidad de tener que adaptarse sobre la marcha. Tanto los profesionales como muchas empresas estamos en un proceso de adaptación. Esta situación nos ha cogido un poco a contrapié, no estaba prevista, como tampoco estaba estudiada la logística. Es importante que seamos conscientes de que estamos en un proceso de adaptación y de que entre todos estamos construyendo este nuevo sistema de trabajo.

¿Qué retos organizativos conlleva el teletrabajo?

Si queremos trabajar en casa y con niños, no debemos dejarlo en manos de la improvisación, debemos pensar de antemano cómo organizarnos familiarmente. Igual que cuando van al colegio y tienen una agenda, en casa también debemos establecer un horario que ellos puedan visualizar en un soporte físico –en una cartulina o un papel– y que hayamos construido conjuntamente. La organización, previsión y anticipación nos ayuda a nosotros y a ellos.

¿Qué ocurre cuando nuestra casa se convierte de la noche a la mañana en nuestra oficina?

En oficina y, si hay niños, en espacio de juegos. Por ello, debemos delimitar los espacios; uno, el de trabajo y, otro, el de juegos. Esta separación también ayuda a los niños a entender cuándo están trabajando sus padres.

Las condiciones para el teletrabajo cambian drásticamente en función de la edad del menor. Un niño de entre 0 y 3 años no tiene las mismas necesidades que uno de 10. ¿Qué recomendaría a aquellos que están en esa primera franja de edad?

Alguien que se ha encontrado en esta situación con un bebé de meses, lo puede gestionar porque, por norma general, duermen bastante, los puedes tener en brazos, en la hamaca a tu lado... Hay cierto margen. Pero, a partir de los ocho meses comienza la etapa más complicada porque están en plena exploración del medio. Los padres van a tener mayores dificultades porque esta franja de edad implica estar muy atentos a sus movimientos porque no podemos impedir algo que es natural en ellos. Si estás en pareja, el tema es poder realizar turnos de trabajo para que el que esté libre atienda al niño. Aunque sea difícil, porque también tenemos que descansar, debemos aprovechar las horas de sueño del bebé para que nuestros picos de trabajo sean en esos momentos. Claro, todo esto siempre que seamos dos en casa y podamos distribuirnos en turnos, si no, tenemos que agudizar el ingenio y ser conscientes de que nuestra jornada laboral va a tener interrupciones –porque aun cuando son más mayores, nos van a interrumpir– y nuestras franjas de poder trabajar de forma seguida serán más cortas. Debemos de tener en cuenta esto a la hora de organizarnos.

Pero, eso se hace casi inviable en familias monoparentales.

Es realmente difícil. Si hay un único adulto con un niño de 1 a 3 años y tiene que hacer teletrabajo, es un reto importante. Por muchos consejos que demos como profesionales, puede aplicar alguno, pero está realmente en una situación difícil porque cuesta conjugar las necesidades evolutivas del menor con las del teletrabajo. No podemos plantear la ficción de que teletrabajo y niños siempre es posible. Dependiendo de la edad, tiene complicaciones importantes.

¿Cómo explicarles el teletrabajo cuando ya son más mayores?

Si no nos han visto nunca trabajar en casa, para ellos simplemente estamos en casa. Es importante explicarles claramente que aunque ellos no estén yendo al colegio, sus padres tienen que seguir trabajando pero en casa, no es que estemos de vacaciones. Sin ser alarmistas, tenemos que transmitirles con claridad por qué estamos en confinamiento y, manteniendo la flexibilidad, debemos de diseñar con ellos un horario y unas tareas porque en la abstracción es más fácil que se pierdan.

¿Cómo entretenerlos mientras los padres trabajan?

Podemos proponerles actividades, pero también debe haber un tiempo para el juego libre. No tenemos que estructurarles todo, deben estimular su propia creatividad aunque luego digan que se aburren. Se trata de una combinación entre las actividades que podemos hacer juntos, las propuestas por el colegio, y un espacio en el que puedan hacer lo que quieran. Podemos distribuir las actividades –ver una película, dejarles jugar al juego que más les gusta en la tablet o en la consola– en función del día y del conocimiento que tenemos de nuestros hijos. En cuanto al uso de las pantallas, mi recomendación es que aun cuando seamos más flexibles, seamos nosotros, los adultos, quienes dirijamos su uso y tengamos el timón.

 

Al teletrabajo se suman los «teledeberes». ¿Cómo gestionar todo sin perder los nervios?

Debemos ser conscientes de que estamos en una situación de alerta y de que emocionalmente podemos sentirnos más alterados y nerviosos. Está muy bien que sigan con su ritmo escolar, pero el objetivo primordial es mantener la calma y generar una buena dinámica en casa porque no sabemos cuánto vamos a estar en este confinamiento. Como familias, es importante que nuestro fin sea la calma y el bienestar sicológico de todos. ¿Esto implica desocuparnos totalmente de los deberes? No, pero el objetivo número uno no es este sino conseguir que haya un buen clima. Que los deberes no supongan un estrés o entrar en conflicto con nuestros hijos porque no estamos en una situación regular.

Esto implica también rebajar el nivel exigencia que teníamos antes del confinamiento.

Totalmente. Tanto en lo que tiene que ver con el teletrabajo como con la dinámica en casa, tenemos que redefinir nuestras expectativas. No estamos hablando de teletrabajo en una situación regular, sino en una situación crítica a nivel social y económico, con lo cual nuestras expectativas tienen que adaptarse a esta realidad. Si seguimos manteniendo un nivel de exigencia muy alto, fácilmente nos frustraremos con nosotros mismos como trabajadores y con nuestros hijos porque no están haciendo lo que creemos que deberían de hacer. Y si nos frustramos, nos estresamos, y así es más fácil que caigamos en un cuadro de ansiedad. Aunque queramos ser buenas trabajadoras y buenas madres-padres, debemos recordar el contexto en el que estamos e, insisto, el objetivo debe ser la tranquilidad.

¿Qué efectos sicológicos puede conllevar esta situación?

Cuando una persona está inmersa en una crisis, está pensando en resolver, lo cual pone el foco en estar trabajando para un objetivo y solucionar algo. Eso está bien porque nos desfocaliza de la angustia y la incertidumbre. Otra cosa será si el confinamiento se alarga mucho tiempo, porque entonces comenzaremos a notar los efectos de estar en espacios cerrados y de convivir 24 horas con la familia. Podremos empezar a sentir fatiga, pérdida de la noción del tiempo, mayor agitación a la hora de dormir. Son sensaciones lógicas y coherentes con el momento. Es importante que sepamos que habrá emociones y situaciones que tendremos que enfrentar, que no necesariamente son negativas.

¿Cómo trabajar esas emociones para que no se desborden?

Es importante que nos movamos entre no entrar en la evitación –conectar con estas emociones– pero sin sumergirnos en ellas y fusionarnos de tal forma que entremos en estados de más angustia. Es necesario ver qué nos dicen nuestras emociones, pero si nos quedamos atrapados en ellas, fácilmente nos podríamos paralizar. Si vemos que nos inundan, debemos llevar nuestra atención a otro lugar para que no nos paralicen. Con los niños debemos actuar igual. Si expresan miedo, tienen preguntas respecto a qué es un virus, cómo nos contagiamos… que se las podamos resolver desde la calma, y sabiendo que permitirles expresar sus emociones hará que ellos puedan atravesarlas. Para esto podemos utilizar recursos en forma de dibujo, de cuentos, de juegos.