Ramón SOLA

El virus que atravesó Pacífico y Atlántico, ¿no cruza el Bidasoa ni el Aturri?

Los datos que cada día se encuentran en este periódico sobre la evolución de la pandemia en Euskal Herria chocan con la realidad invisibilizada del norte del país. Hay un doble manto que impide penetrar en lo que está ocurriendo en Ipar Euskal Herria, y no son precisamente el Aturri y el Bidasoa...

El afán de NAIZ-GARA en recopilar cada día los datos del coronavirus en el conjunto de Euskal Herria se topa con varios problemas al sur (muertes no atribuidas al Covid-19, diferentes sistemas de ofrecer datos de UCI, por supuesto insuficiencia palmaria de test...). Y luego está el norte...

A estas alturas es muy dudoso que en el conjunto de Ipar Euskal Herria la infección solo haya ocasionado dos fallecidos, y directamente inverosímil hablar de quince contagios. ¿Acaso el virus que ha superado a velocidad de vértigo Pacífico, Atlántico y demás océanos del planeta no ha encontrado modo de superar el Aturri y el Bidasoa?

La explicación es más simple que eso. La doble capa que envuelve los datos en una nebulosa no es de ríos, sino de desinformación. Por un lado está la centralización de los datos a nivel estatal desde hace ya tres semanas, sin desglose alguno más allá de las regiones y –una vez por semana– departamentos. Y por otro, la evidencia (reconocida) de que París notificó en los diez primeros días del confinamiento decretado el 17 de marzo solo los fallecimientos por Covid-19 en hospitales, excluyendo por ejemplo los producidos en residencias de la tercera edad. Los primeros datos al respecto han provocado el lógico estupor en la opinión pública.

Al sur del Bidasoa, los fallecimientos de residentes están suponiendo casi un cuarto del total. Y el porcentaje de población de edad avanzada en Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa supera la media con creces...

Los únicos datos de residencias vascas hay que agradecérselos al Ayuntamiento de Baiona, que informó en tiempo real del brote detectado en la residencia Harambillet, pública. Hoy sabemos que las tres residentes que ingresaron (dos con Covid-19, la tercera negativo) han salido del hospital y retornado al centro.

Lo que ocurre en centros privados se ignora y genera doble preocupación. La aparición de cuatro casos en la residencia Beaurivage, que mira desde un elegante edificio a la Grande Plage de Biarritz, fue desvelado por la prensa. La dirección y el Ayuntamiento han callado. La entrada del Covid-19 en Goxa Leku de Iholdi afloró igualmente por los medios de comunicación.

Siempre cabe acudir a fuentes propias, pero aquí también han aparecido situaciones inquietantes. El pasado martes, el prefecto de Pirineos Atlánticos Eric Spitz corrigió a los electos vascos Vincent Bru y Max Brisson, que habían dado cuenta de dos fallecimientos en el Hospital de Baiona con coronavirus. Spitz lo rebajó a uno.

En esa comparecencia telemática Spitz detalló siete muertes en Pau. Uno de los fallecidos era vasco, en concreto un vecino de Atharratze que falleció el 17 de marzo en el hospital bearnés. Siguiendo con los despropósitos: era cosa sabida y publicada que en Atharratze, con poco más de 500 habitantes, había un foco.

La videoconferencia sirvió para confirmar otro caso sabido y publicado. Se trata del brote detectado en Bokale, localidad del extrarradio de Baiona gobernada históricamente por la izquierda. El alcalde Francis Gonzales y una docena más de personas de la lista con la que concurrió a la primera vuelta de las municipales del 15 de mazo se han contagiado.

En esa videoconferencia desde la Prefectura se confirmó la muerte de dos personas en el Hospital de Baiona (un ciudadano vasco y otro de las Landas), lo que arrojaba una cifra de nueve fallecimientos en el conjunto de Pirineos Atlánticos.

Pero, según datos de este lunes, en la región Nueva Aquitania se han registrado ya 138 muertes (lo dicho, solo en hospitales). Considerando que el departamento que agrupa a Euskal Herria tiene el 12% de su población (677.000 habitantes entre 5,9 millones), esas nueve muertes parecen escasas. Y lo que resulta directamente irreal es fijar el número de positivos vascos en una quincena cuando en Nueva Aquitania se certifican ya 8.911 hospitalizaciones.

Vale, hay que hacer un auto de fe para pensar que el virus no ha llegado al área metropolitana labortana desde las Landas (bueno, el 30% de los ingresados en Baiona son landeses, reconoce Spitz), pero ¿tampoco a Hendaia desde el sur?

Cierto es que el confinamiento a ambos lados restringe muchísimo la circulación de los 5.000 ciudadanos de Hego Euskal Herria que residen en la localidad costera y cierto es también que Gipuzkoa no es el herrialde más castigado por la epidemia, pero sabemos que este lunes había 119 infectados en Irun y 18 en Hondarribia. Pues bien, se salta la ría y... ni un solo caso en Hendaia.

No es el virus, por tanto; son la invisibilidad vasca en el circuito mental francés, sumada al interés de Macron en rebajar el impacto del drama. Temas mayores, antes y durante el Covid-19.