Beñat ZALDUA
DONOSTIA
CRISIS DEL CORONAVIRUS

Osakidetza reincorpora a médicos sin confirmar el negativo con un test PCR

El Sindicato de Médicos de Euskadi denunció ayer un cambio poco garantista en los requisitos de reincorporación de médicos, a los que ya no se les hace el test que confirma el negativo. También fueron noticia los 11.213 «casos posibles» de Nafarroa, así como la pérdida de fuerza de los test y las mascarillas como norma para salir del confinamiento.

Toda crisis conlleva incertidumbres. Si no fuera así, quizá no lo llamaríamos crisis. Llevamos 25 días de confinamiento. Individualmente puede resultar anecdótico –más en un país que, a 8 de abril de 2020, tercer aniversario del desarme de ETA, sigue contando 236 presos políticos–, pero colectivamente es ya una de las experiencias compartidas más extraordinarias en nuestro haber. Nos está pasando a todos pero sin apenas poder compartirlo. Es bestia.

Es un momento extraño que nos lleva a pensar que nada volverá a ser como antes, que esto va a cambiar muchas cosas, pero lo cierto es que en ningún sitio está escrito que vaya a ser así. Y si cambia, en qué dirección. De momento, para lo que ha servido la crisis es para que los gobernantes, así en Madrid como en Gasteiz, eludan el control parlamentario –lean a Iñaki Iriondo sobre el tema–. Incertidumbre.

De hecho, no sabemos tampoco cómo vamos a salir del confinamiento. Y si la honestidad cotizase más al alza, también se admitiría que no conocemos el alcance real de la epidemia. Para muestra, los datos que ayer actualizó el Gobierno de Nafarroa: tiene 3.355 casos confirmados mediante test, y otros 7.858 clasificados como «casos posibles». Se trata de personas «con infección respiratoria aguda leve» a las que no se les hace el test porque no entran en el protocolo, que es la administrativa forma de decir que no hay capacidad material para hacerlos.

Igual que Lakua fue pionera en la publicación de los test que se realizan diariamente, cabe esperar que otras administraciones sigan ahora el ejemplo navarro, pues dan una imagen más cercana a una realidad que es imposible conocer sin más test –no están incluidos, por ejemplo, los asintomáticos–.

El problema, con todo, es global. «Los recuentos de casos de coronavirus no tienen sentido», ha escrito estos días Nate Silver, conocido estadístico estadounidense. Más cerca, no dejen de leer a Ramón Sola sobre el abismo que se abre en el Bidasoa a la hora de lograr datos. Conviene tomar las cifras siempre con reservas, pues son capaces de dar la razón a optimistas y pesimistas al mismo tiempo. Ayer, por ejemplo, fue el séptimo día consecutivo en el que baja la cifra de hospitalizados en Hego Euskal Herria, y al mismo tiempo, fue el día en el que más fallecidos se registraron hasta la fecha en Bizkaia. Dime qué quieres ver y te daré los datos que lo afirman.

Denuncia de los médicos

La incertidumbre se cierne también sobre la desescalada del confinamiento y del distanciamiento social –tres nuevas palabras para el diccionario del coronavirus–. Cualquiera que se haya puesto alguna vez un arnés sabrá que suele resultar más difícil destrepar que trepar. De momento no tenemos más que globos sonda sobre mascarillas obligatorias pero imposibles de conseguir, sobre posibles lugares de confinamiento para casos detectados y test rápidos con los que nadie parece aclararse.

El lehendakari Iñigo Urkullu llamó ayer la atención sobre esta falta de concreciones por parte de un Gobierno español que ha centralizado una gestión sanitaria que lleva cuatro décadas en manos de las autonomías. Pero lo cierto es que Urkullu tampoco explicó el «Plan de vuelta a la normalidad» que aseguró que están preparando.

Pese a la tendencia positiva, la normalidad sigue lejos de los hospitales. Según denunció ayer el Sindicato Médico de Euskadi (SME), Osakidetza está obligando a volver a trabajar a varios profesionales sin tener todavía confirmado el negativo a través de un test PCR –los más fiables–. Para ello se han agarrado a una orden ministerial y han eliminado el requisito de someterse a una segunda prueba a los 14 días de confinamiento, a través de la cual se confirmaba que el sanitario ya no tenía el virus. Ahora basta con que no presente síntomas. Que esto no es garantía suficiente lo demuestra que la propia orden de Osakidetza prohíba que estos médicos puedan atender a pacientes inmunodeprimidos.

En conversación con NAIZ, el presidente del sindicato, Juan Carlos Blázquez, calificó la situación de «ruleta rusa» y «despropósito». «Hay que dar las gracias a la población, que está llevando el confinamiento a rajatabla. No lo estropeemos ahora por querer correr, seamos lo suficientemente sensatos. Hay que esperar y hacer una prueba, aunque sea serológica, si no se puede hacer una PCR», añadió Blázquez. Esta es la noticia completa, con firma de Aritz Intxusta.

Test y mascarillas

Sobre la vuelta paulatina a aquello que llamábamos normalidad, los criterios para hacerla posible van variando día a día. Dos de los escollos principales, a priori, eran la falta de test suficientes para monitorizar a la población y detectar a tiempo nuevos brotes, y la imposibilidad de universalizar el acceso a las mascarillas. Ninguna de las dos deficiencias está resuelta, pero su fuerza como requisitos para acabar con el confinamiento va perdiendo fuerza a ojos de las autoridades, tanto españolas como vascas.

Sobre los test, el Gobierno español anunció ayer un estudio de seroprevalencia para tratar de conocer la proporción de población que puede haber pasado ya el Covid. Pero el estudio se limitará a unas 62.400 personas, por lo que la universalización de los test sigue siendo una quimera a día de hoy.

Sobre el uso de mascarillas, el Gobierno español no ha acabado todavía de aclararse tampoco en esto. Urkullu, por su parte, recordó que siguen las recomendaciones de la OMS, que tras un amago, ayer volvió a reafirmarse en que no hace falta universalizar su uso, arguyendo que crea una falsa sensación de seguridad. Cuando le recordaron en una entrevista en “El Correo” que Pedro Sánchez ya lleva mascarilla, la consejera de Salud, Nekane Murga contesto: «Tendrá coronavirus».

Sobre el tema, quizá resulte pertinente recomendar la lectura de la entrevista que “El Confidencial” publicó ayer con el epidemiólogo Sergio Romagnani, inspirador de la política seguida en la región italiana del Véneto. Allí se detectó uno de los primeros brotes, pero han logrado mantener a raya la epidemia. 11.000 casos confirmados y 662 fallecidos. Véneto tiene frontera con Lombardia: 52.000 casos y 9.200 fallecidos. Parece lógico preguntarse por la razón. Romagnani contesta: «En Lombardía no han hecho test a los asintomáticos, solo a los que ya tienen síntomas. Y no han querido llevar mascarillas. Dos enormes errores estratégicos, que son los que han desatado la tragedia».