Marcel PENA
CRISIS DEL CORONAVIRUS

TURQUÍA, EEUU, ARGENTINA, SUIZA... EL VIRUS NO MATA LA SOLIDARIDAD

LA PANDEMIA MUNDIAL DE CORONAVIRUS HA DESATADO UNA CRISIS BRUTAL EN TODO EL GLOBO. LA SOLIDARIDAD ENTRE CIUDADANOS SE HA VUELTO MÁS NECESARIA QUE NUNCA, COMO DEMUESTRAN INICIATIVAS LLEVADAS A CABO EN DIFERENTES CONTINENTES. PAÍSES TAN DISPARES Y LEJANOS COMO TURQUÍA, ESTADOS UNIDOS, ARGENTINA Y SUIZA HAN DEMOSTRADO QUE EN LOS MOMENTOS DUROS EL APOYO MUTUO ES IMPRESCINDIBLE.

La crisis sanitaria provocada por el coronavirus también ha tenido un gran efecto sobre la economía, y como en todas las debacles económicas, los sectores vulnerables han sido los más perjudicados. Entre el drama, hay que destacar también una ola de solidaridad que va desde los barrios más pobres de grandes urbes hasta una de las ciudades más caras de Europa.

La cooperación y el apoyo mutuo están permitiendo a muchas personas salir del paso durante el confinamiento, encontrando una alternativa material o económica en las redes comunitarias. ¿Cómo? Por ejemplo, pagando las facturas de agua y gas de los ciudadanos que no pueden hacer frente a estos cargos, de manera anónima y solidaria. Ésta es la propuesta de Ekrem Imamoglu, alcalde socialdemócrata de Estambul.

El Ayuntamiento de la ciudad turca abrió una página web que hace de puente entre aquellas personas que han perdido sus medios de vida por la pandemia y ciudadanos solidarios, cuenta el alcalde.

De Estambul a Miami

Después de pasar un proceso de verificación, las facturas se cuelgan en el portal web, donde los ciudadanos dispuestos a pagar pueden elegir el recibo y realizar una transferencia online.

Durante la primera semana, se han pagado de forma solidaria más de 109.000 facturas, por un valor total de casi 1,84 millones de euros.

Todo el proceso es anónimo, tanto para el ciudadano que necesita la ayuda como para el que se ofrece a pagarla. «Lo más correcto a la hora de ayudar es que la persona que pide ayuda no sepa quién se le ha proporcionado. Esto incrementa la conciencia social, la bondad. Nadie debe alardear de haber ayudado», aclara Imamoglu.

En Estambul, una ciudad de 16 millones de habitantes, la crisis económica ha afectado a una gran parte de la población. «Hemos recibido solicitudes de cerca de un millón de personas que se han quedado sin poder trabajar. Si multiplicamos eso por las familias equivale a una población grande, unos cuatro o cinco millones de personas, un 30-35% del censo de Estambul», calcula el alcalde.

También en Estados Unidos, principal representante del liberalismo y el capitalismo mundial, se han puesto en marcha distintas iniciativas que pretenden ayudar a los más necesitados. Una de ellas es la plataforma virtual GoFundMe, un sitio web que permite a particulares o negocios explicar su historia y establecer el objetivo económico que quieren alcanzar. Después de crear la petición, las campañas pueden difundirse a través del correo electrónico y redes sociales.

Éste es el caso de los cientos de estadounidenses que en las últimas semanas han acudido a GoFundMe para conseguir fondos ante la debacle económica que viven millones de trabajadores en el país. Entre las campañas solidarias encontramos la petición de Henry Alvarado, de Virginia, quien tras enfermar por coronavirus se vio incapacitado para trabajar.

«Han sido tiempos difíciles para nuestra familia. Mi hermano y yo dimos positivo al coronavirus, lo cual nos ha imposibilitado para trabajar. Mi abuela y mi madre estuvieron mal también, pero ellas están en recuperación. Un consejo; protejan su familia, permanezcan en casa», reza el mensaje de Alvarado en GoFundMe.

La Covid-19 también ha golpeado fuerte a la familia Golden, de Florida. En GoFundMe, Patsy Golden pide 3.000 dólares para sufragar los gastos del funeral de su hermano James, víctima de la pandemia. Por el momento, su petición ha alcanzado 1.005 dólares, aportados por 14 donantes distintos.

Raquel Lezama, líder comunitaria y sindicalista, fue despedida del hotel en el que trabajaba en Los Ángeles después de 8 años. En ese momento, Lezama se vio sin la fuente de ingresos que le permitía sacar adelante a sus tres hijos, de 19, 13 y 8 años.

El caso de Raquel ha sido publicado en distintos medios de comunicación, entre ellos en ‘Los Angeles Times’, lo que le ha permitido alcanzar los 6.000 dólares que necesitaba en dos semanas.

«Tengo que guardarlo porque no sé hasta cuándo voy a poder regresar a mi trabajo», explicaba Raquel Lezama tras conseguir su objetivo.

Corriente Villera

En los barrios pobres de Buenos Aires, el hacinamiento en el que viven muchas familias provoca que tomar medidas ante la pandemia sea casi imposible, sobre todo para los mayores.

Para revocar la situación que desde hace tiempo viven estas villas de la ciudad nació la Corriente Villera Independiente, una organización que articula varios barrios de Buenos Aires. «Se propone ser un eje coordinador de las distintas experiencias de lucha de los barrios ninguneados», dicen desde la organización.

Durante el confinamiento, los miembros de la Corriente Villera Independiente llevan la comida que reparten organizaciones solidarias y parroquias a casa de la gente mayor que no puede salir.

«Salimos a patear el barrio y casa por casa preguntamos. Ya sabemos dónde están los abuelos que lo necesitan», dice Carolina, promotora de salud de la corriente villera Movimiento Popular La Dignidad. Además de alimentos, los voluntarios se encargan de brindarles ayuda sanitaria.

La avalancha de nuevos demandantes de ayuda ha sido tal que los comedores se han visto desbordados. Algunos de ellos han tenido que buscar métodos alternativos de financiación, como un comedor de la localidad bonaerense de José C. Paz.

Este comedor empezó subastando camisetas donadas por jugadores de River Plate, Argentinos Juniors y San Lorenzo, hasta que la iniciativa llegó a oídos de Diego Armando Maradona. 'El Pelusa' quiso sumarse a la causa y donó una réplica firmada de la equipación que llevó Argentina en el Mundial de 1986. Además de su firma, Maradona quiso añadir un mensaje de ánimo en la elástica, donde escribió «con todo mi corazón, todos vamos a salir de ésta».

La otra cara de Ginebra

Ginebra, ciudad suiza, es conocida por albergar la sede de numerosas organizaciones internacionales, pero también por su banca privada, los relojes de lujo y las tiendas de alto standing. De hecho, según el estudio que elabora anualmente la empresa Mercer teniendo en cuenta factores como el precio de los bienes de consumo o el mercado de la vivienda, Ginebra era la decimotercera ciudad más cara del mundo en 2019.

En cambio, la crisis sanitaria y económica ha dejado al descubierto la otra cara de Ginebra, la de la pobreza. Así lo afirma Silvana Mastromatteo, directora de la Caravane de Solidarité, organización que se encarga de distribuir comida en la ciudad suiza. Mastromatteo explica que desde que comenzó la crisis han organizado seis repartos, y que en cada uno de ellos la demanda se ha incrementado.

«Esta población existe», reconoce Isabelle Widmer, voluntaria de la Caravane de Solidarité, haciendo referencia a la gente afectada por la pandemia. Widmer añade que la crisis ha golpeado más fuerte a estos ciudadanos, quienes tienen que hacer un esfuerzo mayor para sobrevivir.

Según una encuesta de la organización, la mitad de los demandantes de ayudas no tiene papeles. A este dato hay que añadir que la Oficina Federal de Estadística calcula que el 8% de la población suiza, unas 660.000 personas, viven bajo el umbral de la pobreza, mientras que un millón se encuentran en situación de precariedad.