Iñaki IRIONDO

Tres logotipos encima del texto y tres firmas a pie de página, un cambio de paradigma

El contenido del acuerdo suscrito por PSOE, UP y EH Bildu es importante, pero el mero hecho de que se haya producido, pese al desbarajuste siguiente, es un dato histórico.

En cuanto se conoció el contenido del acuerdo firmado entre PSOE, Unidas Podemos y EH Bildu, incluso desde cadenas de radio en otros casos muy afectas comenzaron a golpear de forma intensa el hígado y el páncreas del Gobierno. En términos boxísticos no eran puñetazos a la mandíbula, demasiado evidentes, sino un martilleo constante a izquierda y derecha del abdomen que merma internamente al púgil hasta dejarlo sin aliento para que hinque la rodilla. Pero esta vez el objeto de la crítica no era que el acuerdo se hubiera firmado con EH Bildu, los «amigos de los terroristas», los «batasunos» y toda esa retahíla tan conocida. Los golpes no eran tanto por el «con quién» sino por el «qué»: «las fuerzas políticas que suscriben este acuerdo se comprometen a derogar de manera íntegra la Reforma Laboral del año 2012 impulsada por el Partido Popular». Y una pregunta constante: «¿volveremos a la indemnización de 45 días por año trabajado?».

La cuestión tiene mucho sentido ante un futuro cercano en el que se esperan multitud de despidos y evidencia el calado de lo acordado entre los tres partidos. Otra cosa es que quien se tiene por progresista debería estar satisfecho por ello en lugar de intentar asustar con la medida.

Pero no nos desviemos. Tiempo habrá de ver la evolución de la derogación de la reforma laboral y también de los puntos pactados para la salud económica de las instituciones locales, forales y autonómicas.

Lo histórico del acuerdo del miércoles son los logotipos juntos de los tres partidos, PSOE, Unidas Podemos y EH Bildu, encima del texto, y las firmas de Adriana Lastra, Pablo Echenique y Mertxe Aizpurua a pie de página. Además, en este caso también lo que hay en medio es importante. Pero aunque no hubiera sido así, la forma habría seguido siendo parte del fondo y del trasfondo.

Ha caído, cabe esperar que definitivamente, un muro que parecía infranqueable. Y no hablamos solo de que el PSOE acepte llegar a acuerdos con EH Bildu, sabedor de lo que ello le puede acarrear; hablamos también de que EH Bildu se vea con el apoyo de su base para dejar de lado los escrúpulos de firmar pactos con el PSOE, puesto que aquí todo el mundo tiene un pasado.

Cuando a media mañana del miércoles empezamos a saber lo que se cocía en el Congreso, la reforma laboral parecía caza muy mayor a cambio de cinco abstenciones todavía innecesarias, pero al final el acuerdo fraguó y da una idea de la importancia adquirida por los cinco escaños de EH Bildu. De hecho, ahora el grupo independentista vasco es un referente claro para la izquierda en el Estado español.

PSOE y Unidas Podemos, con la bendición de la Moncloa, invirtieron en futuros, al margen del desbarajuste posterior. Dentro de dos semanas Sánchez tendrá que volver a pedir otra prórroga y no sabe lo que puede tener en frente. Luego habrá que aprobar presupuestos y otras medidas. Y el Gobierno ya ha avisado de que tiene las manos libres.

Quizá lo que ocurra estos días, con tanta escandalera, pueda hacer que la marea baje hacia viejas zonas de confort. Pero la ola del miércoles derribó el murete de arena levantado en la orilla, que ya ha desaparecido. El agua tiene libre circulación.