Dabid LAZKANOITURBURU
CONSECUENCIAS POLÍTICAS DE LA PANDEMIA

El coronavirus presenta factura a no pocos Gobiernos europeos

En plena ofensiva cavernícola de la derecha española al Gobierno PSOE-Podemos, un somero repaso por el Viejo Continente constata que la pandemia del coronavirus está presentando –si no ya pasando– factura a varios gobiernos, como el británico de Johnson y el francés de Macron, sin olvidar la sempiterna crisis de la política italiana.

La (ultra)derecha política y mediática española lidera una campaña de acoso y derribo al Gobierno español que aprovecha los indudables errores de gestión y previsión del Gabinete Sánchez de la crisis del coronavirus para sacarse las espinas históricas del 14-M de 2004 y de la moción de censura contra el Ejecutivo de Rajoy a mediados de 2018.

Pero, sin obviar el más que ramalazo no ya revanchista sino golpista de la estrategia de la oposición derechista española, conviene recordar que la del PSOE en coalición con Unidas Podemos no es la única mayoría gubernamental en crisis en el marco de una pandemia que ha generado un nivel de estrés desconocido para las poblaciones occidentales y ha alimentado aún más el descrédito hacia la clase política.

Quizás no sirva de consuelo al tándem Sánchez-Iglesias en Madrid, pero la situación por la que atraviesa el primer ministro británico, Boris Johnson,es cada vez más insostenible.

Meses después de lograr una abrumadora mayoría absoluta al calor del culebrón Brexit, el inquilino de Downing Street ha puesto la guinda a su errática gestión de la pandemia –él mismo estuvo a un pie de la tumba– defendiendo a su estratega y asesor jefe, Dominic Cummings, quien se saltó a la torera las leyes de confinamiento a las que él mismo puso el eslógan: «Quédate en casa y salva vidas».

Johnson se niega a sacrificar al arquitecto de la campaña pro-Brexit, lo que ha enervado a parte de la bancada conservadora. Hasta 40 diputados tories han mostrado su disgusto por el desprecio de Cummings –y de Johnson– a los miles y miles de británicos que no pudieron ni ir a despedirse de sus seres queridos. El diputado por la circunscripción de Moray y secretario de Estado (ministro) para Asuntos Escoceses, Douglas Ross, se ha convertido en el primer alto cargo gubernamental en dimitir tras exigir sin éxito la dimisión de Míster Brexit.

Líder del país europeo con más muertos con coronavirus, con un sistema de salud en el que siguen faltando mascarillas y material sanitario y con una política desastrosa de detección de casos, la popularidad de Johnson –que despuntó cuando fue ingresado en la UCI por coronavirus– se ha desplomado 20 puntos en cinco días.

Un 59% de los británicos exige a Johnson que salga de Downing Street, y coincide en esa exigencia un 52% de los que votaron Brexit en el referéndum de 2016. Un 40% de los votantes conservadores reclama la destitución inmediata de Cummings.

Finalmente, el apoyo al Partido Conservador ha caído nueve puntos, hasta el 44%, y el del Partido Laborista, liderado por Keir Starmer, ha subido 5 puntos, hasta el 38%.

Tampoco corren buenos tiempos para el presidente francés, Emmanuel Macron. Su grupo parlamentario (LREM) sufre deserciones a diestra y siniestra; la última, la de siete diputados que han formado, junto a tránsfugas de Agir (centro-derecha), el décimo grupo parlamentario en la Asamblea Nacional más fragmentada en los 60 largos años de historia de la V República..

El nuevo grupo se llama Agir-Ensemble y compite con otra escisión, desde la izquierda, del LREM, que se llevó a otros siete diputados, quienes crearon el grupo parlamentario Ecología, Democracia, Solidaridad (EDS). Pese a que Macron solo dispone de 281 diputados de un total de 577 (en el comienzo de legislatura sumaba 314), en principio no está en riesgo su mayoría absoluta, tanto por el apoyo de lo que queda de Agir como de la cuarentena de diputados centristas de MoDem) como porque los tránsfugas le han prometido un apoyo desde fuera, aunque siempre más condicionado.

Pero está claro que Macron y su proyecto están en horas bajas y que los dos años que le quedan de legislatura serán muy largos. Tras el desplome de su popularidad el año pasado al calor de la revuelta de los «chalecos amarillos», y tras unos malos resultados en las locales de marzo, el repunte de su aprobación en las encuestas al calor de la crisis del covid-19 no ha resistido el tiempo y ha vuelto a caer al 35%. Siete puntos en apenas semanas.

Su problema, además, es que el primer ministro, Edouard Philippe, sigue fuerte en las preferencias (46%), lo que dificulta a Macron convertir en chivo expiatorio –vía remodelación del Gobierno– a un Philippe que no pocos situan detrás de la última deserción del LREM (todo un aviso al inquilino del Elíseo).

Tampoco corren diáfanas las aguas en la política italiana. La finalmente frustrada moción de censura en contra del ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, por la decisión de enviar a prisión domiciliaria a decenas de capos de la mafia ha sido –tras la marcha atrás– un aviso a navegantes.

Y es que en Italia, con una deuda pública que podría elevarse al 160%, asoma una resaca pos-coronavirus no menos grave que la española.

Al punto de que no faltan voces que apuestan por un Gobierno tecnócrata de gran coalición liderado por el expresidente del BCE, Mario Draghi.

Ejecutivo que sustituiría al liderado por Giuseppe Conte, un democristiano que llegó al cargo como solución de compromiso por sus relaciones con el Movimiento 5 Estrellas, pero al que no pocos, incluidos los suyos cercanos, sacrificarían pese a su buena gestión de la crisis y del confinamiento.