Dabid LAZKANOITURBURU

China amarra a Hong Kong y critica a EEUU por «reeditar la Guerra Fría»

El «Parlamento» chino avaló ayer por práctica unanimidad –un voto contra 3.000– la ley de seguridad en Hong Kong. Una legislación especial que, para acabar con las protestas que denuncian la creciente absorción de la excolonia por parte de China, les da la razón. Pekín ha reaccionado con una mezcla de dureza y diplomacia tranquila a las crecientes presiones de EEUU, que acaba de retirar el estatus económico especial al enclave.

La Asamblea Nacional Popular (ANP) avaló la ley de seguridad nacional que Pekín quiere imponer a Hong Kong para acabar con las protestas opositoras que, desde el año pasado, denuncian la creciente absorción de la antigua colonia británica por parte de China.

Sin sorpresas, el texto cosechó el apoyo de 2.878 delegados, un solitario voto en contra y seis abstenciones, un intento grosero de dar una pátina de credibilidad a una votación «a la rumana» y en la que la ANP (Legislativo) se limita a sancionar decisiones ya tomadas por la cúpula del PCCh. El resultado fue saludado con largos aplausos en el solemne entorno del Palacio del Pueblo de Pekín, y en presencia del todopoderoso líder chino, Xi Jinping.

La nueva ley, que entrará en vigor en agosto, criminaliza la sedición, la traición, el separatismo y la injerencia extranjera y podría derivar, por primera vez, en la apertura de oficinas de agencias de seguridad chinas en Hong Kong. La reforma, introducida como anexo en la Ley Básica –Constitución hongkonesa– no requiere del visto bueno del Parlamento local.

Adiós al estatus especial

Horas antes de la votación, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, anunciaba la revocación, por parte de Washington, del estatus especial por el que reconocía hasta ahora la autonomía de Hong Kong. El jefe de la diplomacia estadounidense justificó «certificar» ante el Congreso que Hong Kong ya no es autónomo «por los hechos sobre el terreno».

Esa certificación se produce en virtud de la Ley estadounidense de Derechos Humanos y Democracia de Hong Kong, aprobada el año pasado por el Legislativo y firmada por el presidente, Donald Trump, que establece que EEUU debe verificar cada año ante el Congreso el estado de la autonomía de ese territorio respecto a China.

La retrocesión de Hong Kong a China, firmada en 1997, se hizo en nombre del principio «un país, dos sistemas» y permitió a la antigua colonia conservar, en un plazo de 50 años, un sistema con economía de mercado, justicia autónoma, libertad de expresión y un Parlamento parcialmente elegido por sufragio universal. Ello permitió a los países occidentales como EEUU tratar a Hong Kong con un estatus especial y como una entidad comercial distinta a China, con excepción de visados, régimen de cambio fijo entre los dólares hongkoneses y estadounidenses y leyes favorables a las empresas, en términos fiscales y de seguridad jurídica. Lo que catapultó a Hong Kong como cuarta plaza financiera mundial, rivalizando con Londres y Nueva York.

Ahora todo está en manos de Trump, quien tiene un amplio margen de maniobra para ir apretando las tuercas a su ritmo –reimposición de aranceles similares a los aplicados a China, sanciones comerciales…–.

No obstante, el daño que infringirían estas medidas a Pekín, indudable por cuanto que utiliza la antigua colonia para hacer negocios con otros países, sería demoledor para los hongkoneses y podría ser un boomerang para EEUU, que tiene 300 empresas radicadas en el enclave y un comercio bilateral de 66.000 millones de dólares.

La oficina del Ministerio chino de Exteriores en Hong Kong reaccionó a la revocación del estatus especial calificando la decisión de «la más bárbara, irracional y vergonzosa (sic)».

Estrategia y nueva Guerra Fría

Una decisión que va más allá de Trump y que es estratégica en EEUU, como lo prueba que, en paralelo, la Cámara de Representantes, con mayoría demócrata, avalaba el proyecto de ley que sanciona a funcionarios del Gobierno chino considerados responsables de los campos de trabajos forzados de la región de Xinjian (Turkestán Oriental), donde hasta dos millones de uigures (musulmanes túrquicos) habrían sido internados para ser adoctrinados.

El primer ministro de China, Li Keqiang, aseguró ayer en la clausura de la ANP que la «supuesta» Guerra Fría a la que EEUU estaría llevando al gigante asiático «no beneficia a ninguna de las partes» y «perjudicaría al mundo entero».

En un intento de atemperar la creciente tensión de las últimas semanas con EEUU, Li constató que las relaciones entre ambos países se enfrentan «a nuevos problemas y desafíos», pero destacó que mantienen una «amplia comunicación» en sectores como la economía, el comercio y la cultura.

«Las relaciones han superado vientos y lluvias en las últimas décadas y, efectivamente, son complejas, debemos contar con suficiente inteligencia para ampliar los intereses comunes y controlar adecuadamente las discrepancias y los problemas», concluyó el jefe del Ejecutivo en su rueda de prensa anual tras la clausura de la ANP.

Un primer Código Civil que regula el derecho a la privacidad

La ANP dio luz verde al Código Civil, hasta ahora inexistente en el gigante asiático y que regula, entre otros asuntos, el derecho a la privacidad.

El texto, que entrará en vigor el 1 de enero de 2021, se basa en leyes ya existentes en la República Popular China, como la Ley de Propiedad, la de Garantías, la de Responsabilidad Civil, la de Contratos, la de Sucesiones, la de Adopción y la de Matrimonio.

El nuevo Código Civil chino solo recoge los matrimonios entre personas de distinto sexo y no legisla sobre cohabitación extramarital. Permite, además, retirar una solicitud de divorcio en los 30 días posteriores a su presentación, aunque no se aplicaría en el supuesto de separación motivada por violencia machista.

El texto regula el derecho a la vida, a la salud o al honor, pero también a la privacidad y a la protección de información personal en un país en el que la vigilancia –cámaras de vídeo en cada esquina, recopilación de datos a través de las aplicaciones móviles– es omnipresente. Detalla las circunstancias en las que se exime de responsabilidad civil el almacenar o manejar información personal, mientras que regula las obligaciones de aquellos que lo hagan.

China había intentado introducir un Código Civil con anterioridad, pero las cuatro tentativas previas a la actual (desde la década de los años 50 hasta 2000) fueron infructuosas por motivos políticos o socioeconómicos.GARA