Víctor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Lecciones globalizadoras

Fue en 2012 cuando por fin descubrí y me enamoré perdidamente del cine de Anurag Kashyap, director indio cuya edad, en aquel entonces, no llegaba ni a la cuarentena de años. Fue en 2012, decía, cuando dicho artista presentó en sociedad “Gangs of Wasseypur”, mega-proyecto de más de cinco horas partido en dos actos que se apoyaban en el cine negro más estilizado (muy en la línea de las tesis fílmicas pregonadas por maestros de la talla de Quentin Tarantino o Martin Scorsese) para repasar algunos de los capítulos más sanguinarios de la crónica india moderna... imprescindibles todos ellos para entender mejor el presente de la sociedad de dicho país.

Aquello era puro músculo, siempre a punto para lucirse en la ejecución de escenas de acción teóricamente imposibles en las ingentes cantidades de sangre, sudor y lágrimas puestas sobre la mesa. Al final de aquellos tours de force siempre aguantaba de pie Anurag Kashyap, un joven talento que parecía que iba a comerse el mundo… pero no, al menos de momento no.

Con mucho pesar dedico estas líneas, que habitualmente reservo a la detección de joyas más o menos ocultas en la cada vez más inabarcable oferta del Video On Demand, a algo que se podría considerar como una «anti-recomendación». El caso es que después de aquella revelación, fui siguiendo la pista de este director con “Bombay Velvet” y “Psycho Raman”, dos títulos que aunque se situaban algo por debajo de “Gangs of Wasseypur”, seguían dando fe del potencial de alguien capaz de instalarse en el siempre escurridizo equilibrio entre lo comercial y lo autoral.

Pues bien, resulta que hará pocos días me enteré de que sus últimos trabajos pueden encontrarse en la plataforma Netflix... porque de hecho, son todos ellos producciones originales de este gigante del VOD. En un principio experimenté un ataque repentino e incontrolable de alegría, pues la antaño esquiva filmografía de un artista que parecía condenado a no ir más allá del circuito festivalero, estaba ahora al alcance de nuestras manos.

El problema es que la versión que Netflix nos presenta de Kashyap es poco más que la de un brazo ejecutor, que está ahí para cumplir, sin pizca de personalidad, los deseos del jefe, una especie de editor de contenido encargado de surtir al usuario de la plataforma con cantidades bárbaras de comidilla para saciar la glotonería de la cinefagia. Tanto “La extraña fuente del dinero” como la episódica “Historias de fantasmas” (los dos films firmados por Anurag Kashyap este año) son ejemplos de adaptación de códigos occidentales (de narración, de belleza) a las necesidades de un mercado gigantesco.

Desde la exótica india llegan dos productos vulgares cuyo interés radica en la esencia globalizadora que destila cada uno de sus gestos. Cualquier toque a Bollywood parece un homenaje a la hollywoodiense “Slumdog Millionaire”. En este caso, tanto el terror fantasmal como el thriller zambullido en el drama romántico-hogareño se convierten en lanzas de un movimiento homogeneizador, que elimina el factor distintivo de los pueblos del mundo en pos de una cultura unitaria carente de interés. Da miedo, pero no como pretende.