Beñat ZALDUA
FISCALIDAD ANTE LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

Solo cuatro países europeos recaudan menos que la CAV con el Impuesto sobre Sociedades

Aunque a nadie le gusta a hablar de subir impuestos en periodo electoral, lo cierto es que el necesario endeudamiento de estos meses solo tiene dos salidas futuras: o se incrementan los ingresos o se recorta

Impuestos_Sociedades
Impuestos_Sociedades

El 8 de marzo ocurrió algo inusual. La patronal Confebask propuso un aumento de los impuestos. Un incremento que incluía el Impuesto de Sociedades, aquel que pagan empresas y corporaciones en función de sus ganancias. No se ve algo así cada día. El habitual eslogan sindical según el cual el Gobierno obedece a los dictados de la patronal no se pudo aplicar en esta ocasión. Lejos de recoger el guante, el lehendakari y candidato del PNV, Iñigo Urkullu, se enfrentó en esta extraña circunstancia a los empresarios y en una entrevista calificó de «incongruencia absoluta» hablar ahora de subir impuestos.

En la misma línea y en posición de alumna aventajada, la Diputación de Bizkaia se había apresurado el 5 de mayo a ofrecer deducciones de hasta el 60% en el Impuesto de Sociedades de este mismo año. Por si quedaba alguna duda, el propio Urkullu ha vuelto a insistir esta semana en congelar la mayoría de los impuestos y rebajar el IVA de algunos productos, encomendándose al endeudamiento para solventar la evidente caída de la recaudación que provocará el impacto del coronavirus.

El ambiente electoral no es el más propicio para anunciar subidas de impuestos. Es algo que economistas y politólogos tienen bien estudiado desde hace tiempo: las decisiones en política económica están estrechamente vinculadas a la cercanía de las elecciones, sobre todo si quien gobierna opta a la reelección. Politólogos como Massimo Pulejo han estudiado ahora un fenómeno similar en las respuestas al coronavirus, encontrando evidencias de que, en general, allí donde había unas elecciones a la vista, las autoridades se han resistido más a tomar medidas drásticas para frenar la pandemia.

Sea como sea, ni el coronavirus ni la contundente bajada en la recaudación que va a venir a causa del parón entienden nada de procesos electorales. Van a ocurrir igual gane quien gane el próximo 12 de julio.

Salir del paso endeudándose es una medida necesaria, pero probablemente insuficiente. Será una buena noticia que, como defiende Lakua, Madrid flexibilice los objetivos de déficit, permitiendo un mayor endeudamiento, pero tampoco cabe engañarse: esa deuda tendrá límite –lo pondrán Madrid y Bruselas– y habrá que devolverla.

Para hacerlo no hay fórmulas mágicas, hace falta dinero. O se consigue aumentando ingresos, sobre todo mediante una mayor recaudación fiscal, o se consigue más dinero recortándolo de otros lugares. No hay más ilusionismos posibles. Pensar que todo se va a solucionar recurriendo simplemente al endeudamiento es aferrarse a un pensamiento mágico que, a todo esto, quizá case bien con quien defiende que ya no hay izquierdas ni derechas.

Urkullu dijo el viernes que no admite lecciones en cuanto a redistribución de la riqueza, pero lo cierto es que en política fiscal –la principal herramienta que un país tiene para redistribuir la riqueza de forma más o menos igualitaria–, queda un camino muy largo por recorrer en comparación con los vecinos del norte. El Impuesto de Sociedades, que hoy traemos a análisis, es solo uno de ellos, pero merece especial atención por ser uno de los que más ha bajado desde la crisis económica. Una cifra basta para mostrarlo de forma sencilla y, sobre todo, gráfica: en 2007, este tributo suponía el 14,77% del total recaudado por las haciendas de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba. En 2019 solo supuso el 8,43%.

No se trata de ahogar a las empresas, pero sí, por ejemplo, de recordar qué son los ERTE, un instrumento que se ha mostrado muy valioso para evitar que numerosas empresas vayan a pique, pero que no deja de ser un mecanismo por el cual el erario público asume la mayor parte de los salarios de los trabajadores de una empresa. Parece bastante lógico sugerir que aquellas empresas que hayan pasado el bache sin mayores problemas aporten ahora, al menos, lo que aportaban antes de la crisis de 2007. De hecho, así parece que lo ha entendido hasta Confebask, que en cualquier caso habló de una subida temporal del tributo. Quizá no sea necesario ni subir el tipo impositivo, siendo suficiente eliminar algunas de las muchas deducciones a las que se acogen las corporaciones.

El descenso es generalizado en toda Europa, pero resulta especialmente vertiginoso en la CAV. Así se deduce si comparamos las cifras de las haciendas forales con las de los países europeos. La OCDE ofrece la recaudación por Sociedades sobre el conjunto del PIB de cada país, y si hacemos lo propio con los datos de la CAV, encontramos que en 2007, la recaudación suponía el 3% del PIB. Ese año se situó en un virtual puesto 15 del ranking europeo.

Una década después, el porcentaje de lo recaudado sobre el PIB se ha rebajado hasta el 1,92%, situando a la CAV solo por encima de Lituania, Hungría y Letonia. No es fácil, con estos datos en la mano, sostener que no hay margen para aumentar la recaudación.

 

Nafarroa no presenta mejores números

Cuesta más hacer arqueología de las cifras recaudatorias navarras, pero un rápido vistazo aclara de forma rápida que la evolución en el caso navarro es igual o incluso peor que en la CAV. Sobre el total de lo recaudado, Sociedades apenas supuso el 7% en las cuentas de 2019, avanzadas en enero por el Gobierno foral. Y sobre el PIB, la recaudación obtenida de empresas y corporaciones se quedó el año pasado en un raquítico 1,3%. La cifra contrasta con la de 2007, cuando se situaba en un 4%.B.Z.