Txisko FERNÁNDEZ
DONOSTIA

Los precios del petróleo recuperan el nivel previo a la pandemia

El petróleo es, literalmente, el producto más cotizado del mundo, es decir, el que más veces se subasta en los mercados a lo largo de una jornada un día tras otro. Por ello es un indicador indispensable para observar cómo se mueve la economía global. A principios de marzo sus precios se despeñaron, incluso antes de la expansión del coronavirus.

La fuerte caída sufrida por los precios del “oro negro” a principios de año no tuvo su principal causa en el nuevo coronavirus, aunque este ya había hecho estragos en la región de Wuhan y China había frenado su actividad económica para intentar controlar la epidemia.

Tomando como referencia el barril de Brent, el precio del petróleo comenzó 2020 por encima de los 68 dólares después de que el año anterior hubiera hecho gala de cierta estabilidad, sin llegar a cerrar por debajo de los 58 y con apenas un par de picos por encima de los 70.

A partir de mediados de febrero la situación cambió radicalmente, con un desplome fulgurante hasta marcar 27,23 dólares el 20 de marzo. Si no fue a causa del virus, ¿por qué colapsó el mercado petrolero el 9 marzo? Pues, fundamentalmente, porque el viernes anterior a ese lunes negro, en Viena, donde tiene su sede la OPEP, la reunión entre los integrantes del cártel y sus socios externos concluyó en un fracaso estrepitoso.

Como describieron los periodistas que seguían aquellas negociaciones, en un ambiente gélido, el ministro de Energía de Rusia, Alexander Novak, apretó el detonador de la crisis al dar por rota la alianza con Arabia Saudí para contener la tendencia a la caída de los precios recortando al unísono el bombeo.

La chispa que agravó la crisis fue la epidemia de coronavirus, pero para entonces el mercado ya estaba muy fragilizado por una demanda que no crecía al ritmo esperado y una oferta que no terminaba de amoldarse porque los integrantes de la alianza de la OPEP+ incumplían reiteradamente los compromisos adquiridos. El órdago que aceptaron mutuamente Ryad y Moscú terminó llevando a los dos a la fosa que estaba haciendo más profunda cada día el covid-19.

Así, de los 52 dólares a los que se pagaba el barril de Brent el 2 de marzo se pasó a 22,71 tres semanas después. Todavía hubo un efímero repunte a principios de abril, hasta los 35 dólares, pese a que para entonces la OMS ya había declarado el covid-19 como pandemia global.

El 21 de abril los precios del crudo tocaban fondo a 19,85 dólares. Desde 2016, cuando bajó de los 30 dólares, no se había visto nada parecido.

Escenario optimista

A partir de ahí la remontada se ha producido de forma sostenida, aunque con los habituales dientes de sierra, y esta semana el Brent se ha movido casi constantemente por encima de los 40 dólares. De esta forma, el barril para entrega en agosto alcanzó los 43,15 al cierre de la jornada del lunes en el mercado de Londres; es decir, volvía a alcanzar el nivel de aquel fatídico viernes 6 de marzo.

Aunque es evidente que la reactivación industrial china ha tirado hacia arriba de los precios del petróleo y que en el último mes se ha producido una desescalada del confinamiento generalizada en Europa, conviene reparar en que esta subida se ha producido antes de que se vuelva a la “normalidad” en la que se desarrollaba la actividad económica a mediados de marzo y con sectores clave, como el aeronáutico, que apenas están consiguiendo despegar ahora.

Todo apunta a que quienes mueven el mercado petrolero apuestan por un escenario optimista, en el que se controla la pandemia del coronavirus, se llega a algún tipo de acuerdo comercial entre EEUU y China, y Rusia y la OPEP mantienen a raya sus niveles de bombeo.