Pablo GONZÁLEZ
Periodista
REFERÉNDUM DE REFORMA CONSTITUCIONAL EN RUSIA

Reformas «anti-Putin», Dios y niños en la nueva Constitución

Rusia tiene vigente ya su nueva Constitución. La nueva Carta Magna modifica aspectos clave del Estado ruso para adoptarla a la nueva política estatal. Al mismo tiempo abre la posibilidad a que Vladimir Putin gobierne hasta 2036 y a que su sucesor no tenga el mismo poder. Analizamos la reformada Constitución y los cambios que puede traer.

El 4 de julio entró en vigor la nueva Constitución rusa. Aprobada en un referéndum que duró una semana, la nueva Carta Magna trae consigo importantes modificaciones. Por un lado, permite al actual presidente, Vladimir Putin, seguir en el poder hasta 2036, ya que le permitir presentarse otras dos veces a las elecciones, pero al mismo tiempo introduce varias modificaciones que harán imposible que aparezca un nuevo Putin con un poder similar. La nueva Constitución, asimismo, trata de blindar al Estado y dotarlo de cierta línea ideológica, una carencia clara en Rusia desde la disolución de la URSS.

Esta nueva ideología es ante todo conservadora. El Estado ruso ahora oficialmente cree en Dios, aunque no especifica en cuál. Respeta las tradiciones y a los héroes, así como la «historia veraz», punto que se utilizará sin duda en discusiones futuras sobre la historia rusa y soviética en foros internacionales. Los niños son ahora oficialmente una prioridad del Estado, que se compromete a educarlos en lo espiritual, físico y patriótico. Además, la única unión marital permitida es la de una mujer y un hombre. El ruso no solo es el idioma oficial, sino que lo es por ser el de la nación rusa, la base del Estado, según la nueva Constitución.

Contempla igualmente varios aspectos que tendrán influencia en las relaciones internacionales. Por un lado, cualquier acuerdo o ley internacional es susceptible a ser ignorada por Moscú si así lo considera oportuno, ya que la nueva Carta Magna es la que tiene prioridad sobre cualquier otro acuerdo o legislación. También especifica que el Estado ruso es indivisible y ningún territorio puede ser entregado a nadie. Como bromeó un funcionario ruso en directo en la televisión estatal: «Eso no significa que no podamos adquirir nuevos territorios, pero lo que es seguro es que no perderemos ninguno». Territorios reclamados como Crimea por Ucrania o las islas Kuriles por Japón estarán ahora fuera de toda negociación, mientras que otros sobre los que Moscú ponga ojo pueden ser susceptibles de anexión si hay población rusa en ellos.

También se han incluido aspectos sociales para garantizar salarios mínimos, pensiones dignas y ayudas sociales.

Sin embargo, quizás el bloque que más modificaciones ha sufrido es el que delimita las potestades de los diferentes órganos de gobierno. Estos cambios hacen que sea imposible que vuelva a haber una sola figura que concentre tanto poder como el actual presidente. Estas reformas «anti-Putin» le dan más potestades al Parlamento, al Senado y al Tribunal Constitucional y le da oficialidad dentro del organigrama estatal al Consejo de Estado, un órgano puramente consultivo antes.

Así, será imposible llevar a cabo una política no consensuada entre todos estos organismos. Desde luego, esto no concierne al propio Putin, pero deja un sistema en teoría más equilibrado tras la marcha del actual mandatario. Marcha que debía producirse en 2024, pero con estas reformas puede alargarse hasta 2036, cuando Putin ya tenga 84 años. De momento, sigue deshojando la margarita y no se pronuncia de manera clara sobre sus intenciones.

Por un lado, Vladimir Putin se ha asegurado la inmunidad con otra modificación en la Constitución, así como un puesto significativo, que podría ser encabezar el Consejo del Estado, pero, por otro, no tiene un sucesor claro a la vista. Sus colaboradores más cercanos tienen una edad similar a la suya, y de las figuras «jóvenes» nadie destaca sobre los demás.

Descartado el ex primer ministro Dmitri Medvedev, otras figuras pueden hacer o bien la transición, como el alcalde de Moscú, Sergey Sobyanin –6 años más joven que Putin–, o pueden estar formándose para el primer nivel como el actual primer ministro, Mikhail Mishustin –14 años menor–. Desde luego, por el momento, parece que Putin va a seguir, aunque otros escenarios no son descartables, ya que a tres años de las próximas elecciones tiene el escenario listo para cualquier decisión: seguir hasta 2036, dejarlo antes o incluso en 2024.

Como anécdota para entender mejor la relación de ciertos sectores de la sociedad rusa con la Constitución sirve el acto organizado por el grupo artístico “Re:vansh” (Revancha). El 29 de junio proyectaron sobre el edificio de la Embajada estadounidense de Moscú, primero, una imagen de Boris Yeltsin junto a Bill Clinton riéndose junto al texto «1993, era vuestra» y, después, imágenes de gente votando en el último referéndum y el texto «2020, ahora será nuestra». La primera imagen hacía referencia a la ayuda de expertos de EEUU a la hora de redactar la Constitución de 1993. La nueva ley fundamental rusa abre una nueva época en el país, cerrando de manera definitiva la transición postsoviética.