Imanol INTZIARTE
DONOSTIA

De Nicaragua a Murcia pasando por Bilbo, para morir a más de 44 grados

Eleazar Blandón, nicaragüense, llegó a Euskal Herria el 20 de octubre, concretamente a Bilbo, pero no pudo formalizar su demanda de asilo, primero por la saturación en el sistema y luego, por el confinamiento. Sin la documentación y sin poder trabajar, se trasladó a Almería, donde vive una hermana. De ahí fue a trabajar como temporero, sin contrato, a Murcia, donde falleció el sábado debido a una parada cardiorrespiratoria causada por el intenso calor.

Sin sombra, sin agua. Es el primero de agosto, y en el campo murciano el sol pega sin misericordia. El mercurio rebasa los 44 grados. Una cuadrilla de temporeros, mal nutridos, mal descansados, mal hidratados; recoge sandías y las carga en un camión. Jornadas de 10 u 11 horas, de lunes a sábado. El nicaragüense Eleazar Blandón forma parte de ese grupo. No tiene papeles, tampoco contrato. Sobre las dos de la tarde comienza a sentirse mal, hasta el punto de desmayarse.

Finalmente le llevan en una furgoneta hasta un centro de salud de Lorca y lo dejan allí, vestido con la ropa de faena, sin compañía y en muy mal estado. Poco después entra en coma y los sanitarios ya no pueden hacer nada para salvar su vida. Golpe de calor y parada cardiorrespiratoria, reza el informe médico.

La de Blandón es, por desgracia, una historia habitual con un final trágico. Su primer destino a este lado del Atlántico fue Euskal Herria, concretamente Bilbo, al parecer huyendo del Gobierno tras haber tomado parte en movilizaciones de protesta contra el presidente, Daniel Ortega. En Nicaragua tuvo que dejar a su esposa, embarazada de cinco meses, y a sus cuatro hijos.   

En la capital vizcaina pidió cita para formalizar su solicitud de asilo, pero no se la fijaron hasta meses después porque el sistema estaba saturado. La llegada de la pandemia anuló ese encuentro y se quedó en un limbo, sin haber podido oficializar la solicitud de asilo que le hubiera permitido trabajar con un contrato durante seis meses. Fue entonces cuando se trasladó a Almería, donde reside su hermana Ana, y de ahí a Murcia para trabajar en la recolección de sandías, pero sin contrato.

El 112 informó que el sábado recibió desde urgencias del centro de salud Lorca-Sutullena la petición de una ambulancia medicalizada con mejores medios para atender a un hombre en ropa de trabajo dejado sin compañía y en muy mal estado sobre las 15.30 en esas instalaciones, donde luego quedó inconsciente y murió en manos de los sanitarios llegados en el vehículo especializado.

El empresario que facilita cuadrillas de trabajadores a las explotaciones agrícolas ha sido detenido como presunto autor de un delito contra los derechos de los trabajadores por no tener a Blandón dado de alta en la Seguridad Social. Tras declarar ante el magistrado, está en libertad sin fianza, con la sola obligación de personarse en las dependencias judiciales cuantas veces sea llamado y de comunicar puntualmente sus cambios de domicilio.

«Venimos denunciando públicamente y ante la Inspección de Trabajo del Ministerio del ramo los incumplimientos de las empresas, que no facilitan agua fresca para beber a su personal ni comedores donde puedan protegerse de las inclemencias climáticas y que incluso incumplen la jornada intensiva, con el agravante de estar advertidas de las altas temperaturas que se darían en estos días», remarca el sindicato CCOO.

En declaraciones a RNE, su hermana, Ana Blandón, ha denunciado que, según le había contado su hermano, sufría humillaciones en la plantación. «Le llamaban burro, lento y cuando estaba agachado, le tiraban polvo a la cara», ha relatado sin poder contener la emoción. Subraya que el día en que murió había estado descargando un camión de sandias a 44 grados, sin agua, sin sombra. Se da la circunstancia de que el padre de ambos murió también por un golpe de calor trabajando en EEUU, a donde había migrado. «Que se haga justicia en nombre de todos los inmigrantes que venimos a buscar un nuevo futuro. Que la muerte de mi hermano sea la voz de muchos inmigrantes que pasan cosas horribles», resalta. Ahora trata de reunir el dinero necesario para repatriar el cadáver.

La muerte de Blandón ha tenido un fuerte impacto en las redes sociales y ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre las duras condiciones de trabajo a las que son sometidos los jornaleros y las personas en situación de vulnerabilidad, y un sistema de asilo lento.