Àlex ROMAGUERA
MOVIMIENTOS EN EL INDEPENDENTISMO CATALÁN

Puigdemont emerge con una oferta transversal que implosiona el centro-derecha catalán

El expresident y su entorno se hacen con las riendas de JxCat para articular un partido-movimiento que, a imagen y semejanza del Partido Nacional Escocés, aglutina todo el espectro rupturista del PDeCAT y otras corrientes del independentismo político.

Junts per Catalunya (JxCat) ya es oficialmente una marca más dentro del tablero independentista. Si bien con este paraguas el Partit Demòcrata Europeu Català (PDeCAT) ha funcionado los últimos años, se ha desprendido legalmente de la formación heredera de Convergència para erigirse en el gran espacio que hoy gravita entorno a la figura de Carles Puigdemont.

Y no solo el situado en el centro-derecha. También incorpora destacadas personalidades de otras sensibilidades políticas que, durante su actividad profesional o en el ejercicio de algún cargo público, se han postulado a favor de un Estado propio para Catalunya.

Nuevos tiempos, otra herramienta. «El nuevo partido está abierto a todo el mundo, sin excepciones». Así de rotundo se manifestó este pasado martes Puigdemont durante la presentación de su libro ‘M’explico. De la investidura a l’exili’.

Desde su estancia forzada en Waterloo-Casa de la República, el expresident invitaba a convertir Junts per Catalunya en la fuerza motora que, recogiendo el espíritu del 1 de Octubre, permita a Catalunya saltar el muro del 78 para alcanzar la plena libertad en el marco de la Unión Europea.

La apuesta de Puigdemont, que pretende enarbolar la estrategia de la unilateralidad y la confrontación democrática con el Estado, ha provocado una implosión histórica dentro del magma posconvergente, del cual han nacido varias candidaturas que aspiran a concurrir en los comicios autonómicos que, con toda probabilidad, se celebrarán este próximo otoño.

Mientras que el expresident ha absorbido la Crida Nacional per la República –impulsada por el anterior líder de la ANC, Jordi Sànchez, y una parte significativa de cargos y dirigentes del PDeCAT, entre ellos los consellers del procés actualmente en prisión–, el sector moderado ha decidido articularse en el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC). Una formación surgida del denominado «grup de Poblet», en cuyo seno encontramos a Carles Campuzano y Jordi Xuclà –exdiputados de CiU en el Congreso español–, Lluís Recoder, Marta Pigem, Oriol Homs y que tiene como principal rostro la exsenadora autonómica Marta Pascal, partidaria de aparcar la vía unilateral y buscar otras vías que permitan un referéndum pactado con el Estado.

Unió como precedente. La atomización del espacio posconvergente ha removido completamente las aguas del centro- derecha soberanista. Un fenómeno político de primera magnitud que empezó el año 2015 con la desintegración de CiU, cuando la Unió Democrática de Josep Antoni Durán i Lleida dio por liquidada la federación después que Artur Mas apostara por reforzar el procés y, de la mano de ERC y personalidades de relevancia en el ámbito cultural y social, vestir la candidatura unitaria Junts pel Sí (JxSí) para las elecciones plebiscitarias de septiembre de ese año.

Como es conocido, Unió Democrática quedó fuera del hemiciclo catalán, pues apenas supero los 100.000 sufragios, un hecho que le llevó a una lenta y agónica disolución. De sus cenizas, la facción más soberanista, encabezada por el diputado Toni Castellà y la expresidenta del Parlament Nuria de Gispert, formó Demòcrates de Catalunya, que concurrió en JxSí y después con ERC, mientras que la corriente reformista y de corte federal se diseminó en tres plataformas: Units per Avançar, liderada por Ramon Espadaler y Albert Batlle, actualmente coaligados al PSC; Convergents, creada por el exconseller de Justícia Germà Gordó; y el partido liberal y de centro catalanista Lliures, dónde han recalado el también exconseller Antoni Fernàndez Teixidó y el exdiputado y expresidente de las juventudes de Unió, Roger Montañola.

Una generación para la ruptura. Despejado este panorama, la aparición del PDeCAT y su posterior andadura como recambio de CDC –de la cual ha heredado los 6,6 millones de multa por el caso Palau, correspondiente a la macrocausa del 3%– ha sido de todo menos convencional, pues no ha concurrido aún con sus siglas. A raíz del artículo 155 que el Gobierno español aplicó tras el referéndum del 1 de Octubre de 2017, se presentó bajo el paraguas de Junts per Catalunya (JxCat). Así participó en las elecciones impuestas por Rajoy en diciembre de ese año y en las municipales de 2019.

A partir de ahí, la crisis derivada por la represión y los debates internos sobre la estrategia a seguir han hecho mella de forma evidente en este espacio. Primero con la marcha de Marta Pascal, que hoy capitanea el PNC, y después con el intento de Puigdemont y otros sectores del PDeCAT de convertir JxCat en un instrumento político transversal dónde se diluya el mismo PDeCAT. Se trata de una maniobra que la dirección del partido, representada por David Bonvehí, el diputado en el Congreso Ferran Bel y los alcaldes de Mollerussa, Tortosa e Igualada, Marc Solsona, Meritxell Roigé y Marc Castells, sólo acepta si, a cambio, tiene el 50% de representación en todo los órganos de JxCat.

A la espera que las partes encuentren un encaje satisfactorio, Carles Puigdemont va desplegando un artefacto que, sin perder el carácter demócrata, independentista, europeísta y humanista del PDeCAT, quiere dar protagonismo a una generación de jóvenes políticos que ya no conectan con el viejo ADN convergente.

Es el caso de la independiente Laura Borràs, portavoz de JxCat en el Congreso español; del vicepresidente del Parlament, Josep Cost; y de tres escuderos del president, Quim Torra, que no están empañados por la sombra de corrupción que salpicó la última etapa de Artur Mas (los consellers de Políticas Digitales y Administración Pública, Jordi Puigneró; de Territorio y Sostenibilidad, Damià Calvet, y de Empresa y Conocimiento, Maria Àngels Chacón).

Con este equipo bregado en la gestión institucional y la fuerza simbólica que representan Jordi Sànchez, los presos del PDeCAT y los exconsellers en el exilio, Toni Comín y Lluís Puig, Carles Puigdemont parece en condiciones de crear un partido-movimiento capaz de disputar a ERC la hegemonía del independentismo.

A imagen y semejanza del Partido Nacional Escocès (BNP), JxCat puede ser un revulsivo para la nueva etapa que Catalunya afrontará los próximos años. Falta ver si hay espacio para todos o las pugnas entre las dos familias del independentismo vuelven de nuevo a la palestra, impidiendo la anhelada unidad para la cual suspiran las bases del movimiento.