Mikel CHAMIZO
DONOSTIA
Elkarrizketa
MARINA HERVÁS
MUSICÓLOGA Y DIRECTORA ARTÍSTICA DE «CANTOS DE LA PIEDRA»

«Nos preguntamos cómo sería si las piedras pudieran hablar y contar su historia»

Nacida en Tenerife, Marina Hervás estudió Filosofía y Musicología y ha hecho de la intersección entre ambas disciplinas su especialidad. Es una de las jóvenes voces más activas entre las que estudian las músicas de vanguardia y experimentales, y colabora con el bilbaino Laboratorio KLEM en dar forma a algunos de sus proyectos, como «Cantos de la piedra» que presentarán hoy a las 20.00 en San Telmo.

Marina Hervás. (marinahervas.com)
Marina Hervás. (marinahervas.com)

El Ciclo de Música Contemporánea de la Quincena Musical se inicia esta tarde con una propuesta que transformará la Iglesia del Museo San Telmo en un espacio artístico único. Laboratorio KLEM, uno de los colectivos de música experimental con más trayectoria de Euskal Herria, que dirige el saxofonista Iñigo Ibaibarriaga, mezclará los sonidos de la piedra y de las campanas con el de los instrumentos acústicos y la electrónica, así como con esculturas sonoras de Mikel Arce y con la reflexión hecha palabra de la filósofa Marina Hervás.   

 

«Cantos de la piedra» es una propuesta multidisciplinar adaptada específicamente a los espacios del Museo San Telmo. ¿En qué va a consistir?

Se va a desarrollar en tres partes que irán evolucionando desde el exterior al interior de la iglesia de San Telmo. La primera será divulgativa, una introducción al proyecto, no tanto para explicar al público lo que va a suceder, sino para plantearle las mismas interrogantes que nos hicimos nosotros al diseñarlo. En la segunda parte, el protagonismo será de una instalación sonora de Mikel Arce, uno de sus “Butafumeiros”, que producen un sonido envolvente y dislocado al mismo tiempo. Por último, y ya dentro de la iglesia, tendrá lugar el concierto propiamente dicho.

 

¿Cómo se crean en el espectáculo los vínculos con la campanología y la cantería, oficios que han escogido como sus puntos de partida?

Ya tenemos cierto recorrido trabajando en torno a los elementos de la naturaleza, y en este caso nos interesó la piedra porque se trata de una iglesia, una iglesia de un tipo de piedra que es muy representativa del norte de la península. Nos preguntamos entonces qué ocurriría si las piedras pudieran hablar y contar su historia, y empezamos a experimentar con la materia sedimentaria de la roca, que es muy interesante para la exploración sonora. La idea es buscar sonidos allá donde habitualmente no se escuchan y dar así a esos elementos una nueva dimensión estética. En cuanto a las campanas, son instrumentos en sí mismas, aunque se van a presentar deformadas a través de la electrónica, dislocando así la percepción que tenemos de su sonido asociado a determinados edificios y celebraciones. Y convertiremos en campanas otros objetos, como macetas.

¿Cuáles son las dificultades y los beneficios de crear ligados a un espacio específico?

Lo mejor es que se convierte en una experiencia muy especial, ya que el espacio se resignifica a través del sonido. Además, como todo sucede en vivo y la improvisación juega un papel muy importante, cada sesión es única y la sinergia con el público se eleva al máximo. Lo más difícil, sin duda, es el montaje, que se complica al tener que adaptarlo a cada lugar, lo que implica también tener que repensar detalles de la propuesta cada vez.

 

Prometen que habrá interacción entre los intérpretes y público. ¿Cómo se va a articular?

Queríamos repensar la idea del concierto para ir contra la jerarquía establecida de que el público es un sujeto pasivo que se limita a escuchar. Por motivo del Covid, esta vez no habrá una interacción directa del público en la generación de sonidos, pero la gente será libre para moverse a su voluntad por parte del recorrido espacial que se propone, y también para entrar y salir, ya que crearemos la sensación de una obra continua que no se sabe cuándo empieza y cuándo acaba. Queremos así sacarles del ritual habitual de los conciertos.

 

Hicieron el pasado año una experiencia similar en el Festival Internacional de Santander, en La casa de las Mareas y en el Observatorio. ¿Cómo reaccionó la gente?

Muy bien. De hecho, hicimos dos sesiones y hubo gente que repitió. Después, hablando con los asistentes, el comentario más repetido fue “nunca en mi vida había visto algo así”, dicho en el buen sentido. Con eso creo que cumplimos nuestro objetivo: que la experiencia sea inolvidable aunque deje interrogantes en el aire que inviten a reflexionar.