Ingo NIEBEL
Historiador y periodista
MOVIMIENTOS EN LA DEMOCRACIA CRISTIANA ALEMANA

La gestión de la pandemia influye en la lucha por el poder en la CDU

Si no hubiera sido por el covid-19, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller, Angela Merkel, ya habría votado su nuevo presidente y aspirante a la Cancillería. Ahora con nuevos brotes a la vista, la gestión de la pandemia se convierte en un elemento clave en esta lucha por el poder político dentro y fuera del partido.

En plena primera ola decían que la pandemia sacaría lo peor y lo mejor de las personas. De hecho, en Alemania se ha convertido en la prueba que va a decidir el liderazgo dentro de la democracia cristiana. Antes, la lucha por la Presidencia y la candidatura a la Cancillería dependía del control sobre las estructuras de la CDU y los comités regionales más influyentes. En marzo, el covid-19 era un factor más, sin que nadie le diera legitimación democrática alguna, en el paisaje político. Sus pocas ganas de desaparecer por voluntad propia y la falta de una vacuna ha supuesto que la gestión de la crisis esa un baremo para medir si quienes aspiran a liderar la primera fuerza política de Alemania y el Gobierno están a la altura de la situación.

La sorpresa es que ahora el 52% de alemanes encuestados por RTL/ntv quiere que el ministro presidente de Baviera, Markus Söder, sea el candidato a canciller en las elecciones generales del 2021. En la ya histórica normalidad precovid, el líder de la Unión Social Cristiana (CSU), había prometido a su electorado que prefería quedarse en el estado libre antes de dar el salto a Berlín. Sin embargo, a medida que la pandemia avanzaba por Alemania y Baviera se convertía en uno de los länder más afectados, Söder empezaba a marcar las pautas de manera algo inusual.

Hasta ahora, la CSU y sus líderes solían ir a contracorriente respecto la política del Gobierno federal, como ocurrió con la acogida masiva de refugiados en 2015. Además la socia regional de la CDU nunca ha sido sospechosa de acercarse demasiado a posiciones políticas del centro. Aunque sigue siendo más de derechas que de centro, Söder ha sabido anteponer la salud a la economía decretando las medidas más drásticas de toda Alemania. De forma inusual, Söder apoyaba así el rumbo marcado por Merkel.

Ante el aumento de infecciones importadas, aparte de las propias, el bávaro decretó que el alumnado deberá usar mascarillas hasta llegar a clase y que quizás también en las aulas si las circunstancias lo requieren. Además, se harán pruebas a todos los viajeros que entren en territorio bávaro. Aún así, Söder dice sobre los tests obligatorios: «Llegan demasiado tarde para toda Alemania». Esta manera de actuar, más una mínima autocrítica, explica que el 65% de los simpatizantes de la CDU/CSU, el 50% de la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) y el 48% del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) le votarían.

Que el bávaro aspira a más, lo dejó claro cuando invitó a Angela Merkel a Baviera a mediados de julio y, reunidos en un espléndido palacio real, mostró que sabe cómo debe tratar a una jefa de Gobierno. La prensa le ha regalado la imagen de «la reina Merkel y su príncipe Söder». De ahí a una edición germanobávara de “Juego de Tronos” hay un pasito.

A su homólogo de Renania del Norte Westfalia, Armin Laschet (CDU), no le habrá gustado esta escenificación de la ambición política de Söder. Laschet ha formado equipo con el ministro de Sanidad, Jens Spahn, quien en el congreso de diciembre debería suceder a Annegret Kramp-Karrenbauer al frente del partido, mientras que él sucedería a Merkel como canciller. Pero la pandemia les pasa factura a los dos.

La sanidad es competencia de los 16 l&bs;änder, por lo que Spahn necesita llegar a acuerdos con ellos si quiere implantar medidas a nivel nacional. Y no tiene la habilidad de Merkel para lograr acuerdos.

Laschet ha intentado en un principio distanciarse de las propuestas de Söder para luego querer adelantarle en el levantamiento de las restricciones, como la reapertura estos días de escuelas y guarderías pese al aumento de los contagios, que se han duplicado en las últimas semanas. A ello se añade el problema estructural de que un elevado porcentaje del profesorado es grupo de riesgo y no tiene que acudir a trabajar, pero, si son funcionarios, cobran como antes de la crisis. Su poco pensada estrategia sufrió un revés judicial cuando un tribunal decretó «desproporcionado» el aislamiento de toda una comarca después de que se detectase un brote masivo en una fábrica cárnica.

Que hasta la propia CDU cuestiona la aptitud de Laschet como canciller se evidencia en la filtración de un documento interno en el que se baraja este escenario: Laschet dejaría a Söder aspirar a la Cancillería para ser él el próximo presidente de la República Federal, mientras que Spahn dirigiría la CDU.

En este juego de poder influirán las elecciones regionales en Renania del Norte Westfalia, cuya celebración está prevista a mediados de setiembre, y, cómo no, el avance del covid-19 por Alemania.