Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Todo en su lugar

Finalizado el confinamiento, el Gobierno de Urkullu determinó que el covid-19 ya no suponía un peligro y decretó que había llegado la hora de recuperar la imagen de vida normal, tan necesaria para convocar elecciones, que era lo que interesaba al PNV y a Confebask.

Lo cierto es que una gran mayoría, cansada, quiso creer que, de verdad, el coronavirus se había alejado de nuestras vidas. En pocas semanas, la pandemia destapó con crudeza las barbaridades de las políticas neoliberales y puso de manifiesto que el capitalismo era un sistema criminal de mierda. Entonces, todo el mundo se volvió solidario con sus vecinos, con la naturaleza, con los mayores, con los excluidos… Hubo como un boom de «buenismo» transformador, al estilo “Imagine”, dispuesto a reinventar las estructuras y las relaciones sociales en un paraíso transversal de igualdad, paz y derechos. Pero como dice una canción, más realista que la de Lennon, al acabar la fiesta todo vuelve a su lugar, «el pobre a su pobreza, y el rico a su riqueza». El covid-19 nunca se fue; la sanidad y la educación públicas siguen sin recursos y sin planificación y los ERTE se han convertido en paro permanente en una crisis implacable.

Según los últimos datos del CIS, las desigualdades, las de género, la diferencia de clases o la pobreza solo importan y preocupan al 4,7% de la población. Triste de verdad.