Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Urubú»

Heredero y continuador de Chicho Ibáñez Serrador

La productora Prointel de Chicho Ibáñez Serrador sigue en activo gracias a su hijo Alejandro Ibáñez Nauta, que presentó su primer largometraje “Urubú” (2019) en el festival de cine fantástico Nocturna de Madrid, a modo de homenaje póstumo al gran creador cinematográfico y televisivo. Una ópera prima que se siente deudora de la obra paterna, y por lo tanto plagada de referencias o guiños a sus películas y realizaciones para la pequeña pantalla, pero que a nivel conceptual remite muy especialmente a “¿Quién puede matar a un niño?” (1976). El revanchismo de la infancia vuelve a estar presente, esta vez a través del único personaje de una niña, encarnada por la debutante Jullie D’Arrigo, que encaja con el perfil de preadolescente alienada por las nuevas tecnologías y distanciada de su padre, y que a su manera intenta llamar la atención de forma instintiva y peligrosa. Lo que sí es origional o de cosecha propia es el contexto en el que esto sucede, ya que Ibáñez Nauta se ha atrevido a rodar en plena selva amazónica un “survival” en el que no faltan elementos terroríficos y un clima de locura incontrolada.

En su afán continuista, al hijo no le ha importado tanto que el reparto le funcione como que responda a un patrón selectivo muy de Chicho, con la presencia de José Carabias como detalle más entrañable. También, cómo no, tiene que haber un rostro famoso de la farándula, el de la brasileña Clarice Alves, en la vida real pareja del futbolista Marcelo Vieira. El sentido de la tensión, del misterio, de lo culto, forman igualmente parte del tributo autoconsciente, que incluye la costumbre de ponerse a ambos lados de la cámara.

Pero no es lo mismo en el plano narrativo por culpa de un guion que se observa demasiado entrecortado, tal vez a causa de lo accidentado del rodaje amazónico. No así en la parte técnica, con una fotográfia que sabe sacar partido del entorno salvaje, de su fauna y del ave carroñera que figura en el título.