Mikel INSAUSTI
Crítico cinematográfico

Un cuento chino

Disney ha cubierto su cupo de errores estratégicos con el lanzamiento de “Mulan”, aunque hoy no nos toca hablar del estreno preferente en su plataforma digital en detrimento de la exhibición cinematográfica a la que tanto debe la compañía del tío Walt. No, sino de su fracaso en el mercado chino, donde la película se estrenaba en salas de proyección el pasado 11 de setiembre. La nueva versión en imagen real ha sido objeto de un boicot en buena parte de los países asiáticos, y su comportamiento no está siendo el que se esperaba, justo ahora que las relaciones entre Washington y Beijing se están rompiendo a causa de la beligerancia comercial desatada por Trump.

La Guerra Fría le ha pillado con el pie cambiado al estudio de Hollywood, que tiene muchos intereses que cuidar en terriotrio chino, empezando por su parque de atracciones Shanghai Disneyland. Pero todo se empezó a torcer con las inoportunas declaraciones de la actriz Liu Yifei, en las que arremetía contra las manifestaciones de Hong Kong. Esto, unido, a que en los títulos finales de crédito hay agradecimientos a las autoridades oficiales de Xinjiang, a cuenta de las localizaciones en Turpan, ha sido interpretado como un ataque contra la etnia musulmana “uigur” en favor de la supremacia china “han”. Para colmo el villano mongol Bori Khan tiene rasgos entre islámicos y turcos.