La incertidumbre sobre la evolución de la pandemia de coronavirus y del impacto que todavía puede tener en distintos sectores marca el panorama económico actual, pero los institutos de estadística tienden a realizar sus previsiones en base a escenarios más o menos estables.

Al menos eso se desprende de los datos elaborados por el Eustat que presentó y comentó ayer el consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu. Para calcular cómo terminarán el año los valores del producto interior bruto (PIB) y del mercado laboral, se ha diseñado un escenario que fija que el periodo del estado de alerta y las restricciones ligadas a él se prolongó diez semanas (del 15 de marzo al 25 de mayo), y «que la segunda oleada que se padece actualmente no supondrá un nuevo confinamiento o un endurecimiento de las medidas adoptadas».

Pese a ese alarde de optimismo, indicó que «la normalidad no será completa, porque todavía habrá actividades que tengan que mantener medidas que limiten su potencial».

Pasando de las letras a las cifras, las nuevas previsiones del Gobierno de Lakua contemplan una caída del PIB del 10,1% en este 2020, para dar paso a «una intensa recuperación» en 2021, situándose en el 8,9%. Anteriormente había calculado un descenso del 8,7% y una subida del 6,7%, respectivamente.

Punto arriba, punto abajo, esta será «la mayor caída de nuestra economía en las últimas décadas y, previsiblemente, no retornaremos al nivel de crecimiento conseguido en 2019 antes de 2022», añadió.

En cuanto al empleo, la recuperación del próximo año no se percibe tan “intensa”, ya que, si por un lado se espera que cerca de 30.000 personas perderán su empleo en 2020, el próximo año «se crearán 15.100 empleos», es decir, apenas la mitad de los destruidos doce meses antes.

En este apartado, Azpiazu resaltó que, en este periodo marcado por la pandemia, alrededor de 188.500 personas han estado afectadas por un ERTE y más de la mitad de ellas se concentraban en tan solo tres ramas de actividad: industrias manufactureras, hostelería y comercio.

Señaló que estas personas «no tienen la condición de paradas porque mantienen un vínculo con la empresa» y destacó que han retornado al trabajo «en un plazo relativamente corto»: a finales de agosto el 80% ya había vuelto a su empleo.

 

Urkullu avanza un «programa para la reconstrucción de Euskadi»

Iñigo Urkullu tenía cita con los medios y con la junta general de socios de Elkargi a las nueve de la mañana en el auditorio del Parque Tecnológico de Miramon, en Donostia, para hablar sobre la actual coyuntura económico-financiera. Es de suponer que el lehendakari se había desayunado con las previsiones del Eustat y que para entonces las tenía suficientemente digeridas como para optar por lanzar un mensaje que despejase todos los nubarrones del sombrío escenario presentado por su consejero de Economía y Hacienda.

Así, mientras Azpiazu auguraba una lenta, muy lenta, recuperación de los 30.000 empleos que, según Lakua, se destruirán este año en la CAV, Urkullu adelantó que, el martes, su Gobierno presentará las bases de un «Programa para la Reconstrucción económica y social de Euskadi» que comprometerá más de 10.000 millones de euros en cuatro años con el objetivo de «recuperar todo el empleo perdido», incentivando hasta 135.000 puestos de trabajo. Conviene señalar que Urkullu destacó el término «reconstrucción», alineándose con el Gobierno de Pedro Sánchez, que tiene más tintes belicistas que «recuperación» o «reactivación», que suelen usar los dirigentes de la UE.

Desde la dirección de ELA, Mikel Noval salió al paso de lo que calificó de «pura propaganda». «Otro anuncio sin contenido real.(...) Ni un euro nuevo. En todo caso, recortes presupuestarios», afirmó en la redes sociales. GARA