Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

¡Oye tú, llámale! ¡Ya voy...!

El título lo dice todo. Me explico. Esta semana se conocía por medio de la prensa económica un hecho que deja al descubierto el status de servidumbre que el Gobierno Vasco y su lehendakari mantienen con el empresariado y las multinacionales de la CAV. La empresa Glass de L’Arboc, del grupo francés Saint Gobain, situada en Tarragona, es la firma que suministra a Mercedes las lunas de los vehículos que fabrica en Gasteiz. La plantilla de Glass, ante el cierre y el inminente despido de 122 trabajadores, decidió iniciar una huelga y bloquear con piquetes la salida de mercancías. Como consecuencia de esta lucha, Mercedes podía verse obligada a detener su producción, un contratiempo que la empresa no estaba dispuesta a consentir. Tanto es así que la dirección llamó a Urkullu para decirle que dijese a Torra, President de Catalunya, que mandase a los Mossos d'Esquadra a romper el bloqueo de los piquetes para que los camiones pudieran salir con la carga. La naturalidad y diligencia con que ambos presidentes cumplieron las órdenes de la multinacional, proporciona un ejemplo muy pedagógico, concreto y real de cómo funciona el sistema, a qué intereses obedece y a qué clase sirve. Con estas historias se entiende mejor por qué expresidentes, exministras y exconsejeros, vegetan, con sueldos millonarios, en consejos de administración de grandes corporaciones.