Mikel ZUBIMENDI
BATALLA POR EL CONTROL DEL TRIBUNAL SUPREMO DE EEUU

Trump nomina para el Supremo a la «juez estrella» socialconservadora

En una decisión que provoca y polariza, Donald Trump ha nominado a Amy Coney Barrett, jueza de 48 años, católica romana, militante «pro-vida» y defensora de las armas, para sustituir en el Tribunal Supremo de EEUU a la icónica feminista Ruth Ginsburg. Contenta así a los más conservadores que ven en ella una perfecta combinación de atributos.

Era un secreto a voces que ayer se confirmó. Trump siempre tuvo la intención de nominar a Amy Coney Barrett para suceder a Ruth Bader Ginsburg en el Tribunal Supremo. Tenía a su favor una prerrogativa constitucional, que la mantendrá hasta el 20 de enero aunque no gane las elecciones de noviembre. Pero era, ahora o nunca, el momento de lanzar un torpedo de profundidad para asegurar una visión socialconservadora de EEUU. Y, al ser un cargo vitalicio, será para décadas en un puesto clave.

La elegida es una prestigiosa jurista respetada incluso por abogados que no están de acuerdo con sus ideas. Nadie pone en duda sus cualificaciones. Pero la apresurada nominación a semanas de las elecciones, junto con las extremistas posiciones religiosas y sociales de la nominada, ha provocado que el ambiente político se encienda aún más y la polémica sea máxima.

La decisión de Trump, en primer lugar, es una recompensa a la hipocresía. Los republicanos del Senado ni siquiera consideraron la nominación de Merrick Garland por Barack Obama en 2016, también año de elecciones, alegando que dejaba a los votantes sin voz.

Eso ha exacerbado el partidismo venenoso: ya se anuncian boicots y fillibusterismo en el proceso de confirmación del Senado, algo que socava más la credibilidad del Supremo.

Jugada táctica y estratégica

Trump, que ya había nominado otros dos conservadores en el alto tribunal, ha jugado tácticamente con un regalo a su base más conservadora y religiosa, que es una gran bolsa de votos. Por el pronunciado perfil ideológico y el historial de Coney Barret, pueden tener esperanzas; así como los progresista y mujeres en general, motivos para temer. Estratégicamente, Trump consolida una mayoría afín en los tribunales para las próximas décadas, para su agenda sobre el aborto y las armas.

Coney Barrett fue antigua asistente legal y la favorita del difunto juez del Supremo Antonin Scalia, que era, como Ginsburg para los progresistas, un ícono en los círculos legales conservadores. Y sus colegas afirman que es una mujer de profundas convicciones religiosas que vive –y dicta sentencias– según esas premisas. En sus palabras y escritos, queda claro que considera que sus creencias religiosas deben prevalecer, siempre de la mano del dogma. Quienes están preocupados por el derecho al aborto o el control de armas en Estados Unidos tienen más motivos para estarlo.