Oihane LARRETXEA
DONOSTIA

Claroscuros del mundo editorial

La última obra de Toti Martínez de Lezea se sale de sus esquemas habituales y la autora nos plantea con «La editorial» una novela de intriga. Publicada por Erein también en euskara bajo el título «Egurra S.A.», la trama desvela los claroscuros de un sector que conoce bien: el mundo editorial. Y como en todas partes, hay personas que se mueven por vocación y otras que buscan solo los números. «No señalo a nadie, solo cuento formas de ser y hacer», avanzó ayer.

Toti Martínez de Lezea (Gasteiz, 1949) ha venido a jugar, y lo hace planteando nada menos que una trama que transcurre en el sector editorial. Hay muertos, «varios»; envidias, ambiciones y juego sucio. Aunque el lector también conocerá a gente que obra bien y a editores que se mueven solo por los buenos libros. «Cuando comenté a Erein en qué estaba trabajando, ya les advertí de antemano que iba de ‘su negociado’. Les mandé un manuscrito con las primeras 50 páginas y me dijeron: ‘sigue’».

Y siguió hasta completar una novela diferente a las demás. “La editorial”, título que lleva en la versión en castellano y “Egurra S.A.”, en su traducción al euskara es, en pocas palabras, «una novela de intriga» y contemporánea. Ocurre en la actualidad y en unos circuitos verosímiles. Sin duda ha sido un reto, tal y como admitía ayer, pero el proceso de creación ha sido rápido porque ha disfrutado muchísimo cambiando de registro. «Me encanta el género histórico, aunque en realidad yo pienso que lo que hago son novelas que transcurren en tiempos pasados».

La historia transcurre en el seno de la familia Egurra, propietaria de una editorial que los herederos deberán gestionar. Y ese será el problema. Es una familia con sus más y con sus menos, y donde ocurre «lo habitual» en estos casos. «Los abuelos montan la empresa, los hijos la heredan y la mantienen y los nietos se la cargan», dijo la autora, que reconoció no saber demasiado de empresas pero sí de editoriales. En ese sentido, ha contado que no ha tenido que documentarse demasiado para preparar la novela; la mayor dificultad ha sido conocer el mundo de las acciones y de su reparto en los consejos de administración.

Del sector nos cuenta varias cosas y nos sugiere otras muchas, pero ojo, advierte que no señala a nadie ni la ha escrito pensando en alguien en particular. Más bien ha querido recoger formas de hacer y de pensar, maneras de actuar y de concebir la profesión de editor. «Hay editores que tienen vocación por los buenos libros y los hay a quienes les importan un bledo porque su objetivo es otro: las ventas y los números. Hoy en día hay best sellers que no aguantan un asalto pero que llegan lejos con una buena campaña detrás».

Una empresa familiar

Como en cualquier novela de intriga son varios los personajes, así que un árbol genealógico ayudará desde el inicio a comprender los lazos familiares. Tenemos a Gervasio Egurra, fundador de la empresa y ya fallecido. La viuda Nieves, matriarca del clan, deberá lidiar en parte con el pasado y las generaciones venideras. Varios hijos y muchos nietos que quieren parte del pastel. Y como es habitual en la autora, no describe demasiado a los personajes, prefiere dejar que cada cual los reconstruya desde su propia imaginación.

La escritora también se ha atrevido a incluir escenas de sexo, según reveló. «Si queréis las 25 sombras de Grey a lo bruto, ahí lo tenéis», dijo, entre risas. Pero hay más elementos: crítica social, muertes, estrategias, corrupción y secretos familiares, porque en la empresa Egurra S.A. hay personas dispuestas a pisar a quien haga falta con tal de avanzar.

La traducción

La traducción al euskara la ha realizado Miren Arratibel, cuestión que Toti Martínez de Lezea no pasó por alto. «Ella ya me ha traducido anteriormente otras novelas, y cuando le leo siento que me leo a mí misma en euskara. Su trabajo es fundamental», dijo, reconociendo el esfuerzo que supone sacar ambas versiones de forma simultánea.

La traducción de la novela ha hecho, por cierto, que los títulos de sendas versiones sean diferentes. «La novela original es ‘La editorial’, y pensábamos que ‘Argitaletxea’ no tenía la misma fuerza. Nos decantamos por llevar el apellido de la familia a portada porque tenía carácter», explicaron desde Erein. Ya antes, Martínez de Lezea se aseguró de que Egurra no existe como apellido «para que nadie se diera por aludido». Tras confirmar con Euskaltzaindia que en euskara era correcto publicar la abreviatura ‘S.A’ de Sociedad Anónima, el título de la versión traducida quedó adjudicado.