Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Promare»

Caos, fuego y control

A raíz de las restricciones derivadas de la pandemia, las distribuidoras, abocadas a la improvisación y la incertidumbre, han programado una serie de títulos destinados a paliar en la medida de lo posible los retrasos de un buen puñado de filmes de “primera línea”. Fruto de ello es una cartelera desigual y sorprendente que últimamente parece haberse decantado por producciones que en otras ocasiones no hubieran encontrado cobijo y no precisamente por su falta de calidad. En este grupo entran largometrajes documentales y animes. Y es en este último género donde encontramos una nueva producción japonesa que sin duda hará las delicias de los aficionados al anime. Respetando los códigos estéticos y argumentales del género, “Promare” es un entretenido circo de tres pistas audiovisual que destaca por su cuidada estética y por un diseño gráfico de corte muy cinematográfico en lo relativo a sus encuadres y puesta en escena. La trama no descubre nada nuevo y en ella topamos con la enésima situación de peligro que padece un planeta Tierra ya de por sí castigado y regido por unas altas instancias despóticas. En este futuro distópico, un equipo de élite suma sus esfuerzos para combatir a unos mutantes que tienen el poder de controlar sus letales llamaradas y que, tal y como cabría prever, no son tan malos como se los pinta. El ritmo es frenético y se intuye en su trastienda cierto interés por abogar por el humor en situaciones muy desatadas.

El ritmo no decae en momento alguno y su centrifugado de colores y formas eclosiona en una sucesión de secuencias de gran impacto y espoleadas por una banda sonora que mantiene el pulso dictado por las imágenes.

Al frente del estudio Trigger, el director Hiroyuki Imaishi se descubre como todo un experto a la hora de guiar esta sinfonía de caos y fuego controlado que cumple con su cometido de entretener.