Amaia U. LASAGABASTER
EIBAR

Dos manotazos letales

El buen primer tiempo de los azulgranas se vio frustrado por la pegada del Cádiz, que anotó en sus dos primeras ocasiones.

EIBAR 0

CÁDIZ 2


El Eibar cayó derrotado en Ipurua y ya son cinco las jornadas, todas las que ha jugado allí esta temporada, en las que sale frustrado de su estadio. Esta vez ni siquiera pudo rascar un punto ante un Cádiz que dio forma al esbozo que había dibujado la víspera José Luis Mendilibar: aguantó las embestidas de un rival que hizo lo que debía pero al que le faltó pegada y tiró precisamente de esa contundencia para, como decía el técnico armero, hacer mucho con poco. Tres llegadas, dos y media, le bastaron para sentenciar el partido y prolongar una racha –cuatro victorias en otros tanto desplazamientos– que en su regreso a Primera le tiene acomodado en la zona noble de la clasificación. Tanto, que ha amanecido siendo líder.

Los azulgranas tienen con qué consolarse. Porque, prolongando la línea de los últimos partidos, hicieron casi todo lo que tenían que hacer, sobre todo mientras el partido estuvo abierto. El quid está en ese «casi». El Eibar, que repitió el once del Pizjuán, entró al partido intensísimo, encerrando en el área a su rival, entrando por las bandas –sobre todo por la izquierda, con un Bryan Gil que es una guindilla–, con un Inui muy entonado... Pero faltó el gol, a veces responsabilidad de Ledesma y otras, casi todas, de los propios atacantes locales.

Peor aún, hubo dos errores en sentido contrario: dos pérdidas de balón en el centro del campo de Diop –pidió falta en la primera pero con Mateu Lahoz arbitrando quizá tendría que haberse oído el crac de un hueso roto– que acabaron en goles de Negredo y Salvi en tres minutos.

El descanso llegó de inmediato y Mendilibar buscó soluciones en el banquillo. Expósito sustituyó a Diop, que pasó de héroe en Sevilla a villano en Ipurua, e Inui fue el sacrificado para introducir la doble punta con la entrada de Enrich.

Lamentablemente, no sirvió de nada. El Eibar siguió intentándolo pero si los andaluces se habían visto impertérritos con el marcador a cero, en ventaja sólo les faltó encenderse un puro. Aguantaron a un rival que fue perdiendo fuerza y convicción e incluso se les vio más cerca del gol que a los locales.

Honi buruzko guztia: EIBAR