Borja Izagirre
Concejal de EH Bildu en el Ayuntamiento de Pamplona
KOLABORAZIOA

Modelo educativo covid: tiempo de acción, tiempo de reflexión

Inmersos en esta terrible segunda ola de pandemia y tras nueve meses de una «nueva realidad» a la que hemos tenido que hacer frente entre todos y todas, se inició el pasado setiembre un nuevo curso escolar con unas medidas de prevención frente al contagio estrictamente físicas y de movilidad en nuestros centros escolares. Un curso sin precedentes y por eso, el pasado mes de agosto, EH Bildu propuso en el Parlamento crear un Foro de Educación Covid-19, precisamente para revisar, adecuar y evaluar el protocolo para el inicio de curso desde el punto de vista sanitario, organizativo, pedagógico y afectivo-emocional.

Como concejal del Ayuntamiento Iruñea, tengo la suerte y el placer de formar parte del consejo escolar del Colegio Público de Buztintxuri. Eso me permite a veces conocer, en primera persona, algunas de las diferentes quejas, inquietudes y necesidades tanto del mismo centro como del propio colectivo educativo. Recientemente, en la visita que realicé para ver cómo se había ejecutado el porche del patio cubierto, para evitar la lluvia y garantizar el juego seguro en él, se me planteó una reflexión de extrema urgencia en el marco del sistema educativo en tiempos de covid-19 que a continuación voy a tratar de exponer.

Esta pandemia está removiendo la conciencia social, o eso quiero pensar. Se habla y escribe mucho sobre la necesidad de que las ciudades deben responder y adecuarse, en términos urbanísticos y de movilidad, a esta nueva realidad, apostando por la sostenibilidad y la resiliencia. Se habla de urbanismo táctico e incluso se reflexiona sobre un nuevo modelo de vivienda más habitable... ¿Pero, qué pasa con el sistema educativo, sobre todo de escuelas infantiles y primaria? Según algunos sicólogos y pedagogos, la educación que recibe el bebé durante los tres primeros años de vida es decisiva, ya que en este periodo el cerebro de los niños crece hasta los dos tercios de su tamaño maduro y su complejidad se desarrolla a un ritmo que jamás vuelve a repetirse. Según los expertos, tener éxito, ser optimista y confiado en la edad adulta, depende de cómo el ser humano haya sido educado emocionalmente durante los tres primeros años de vida. Se dice que los seis primeros años de un niño son el periodo más importante en su educación y formación para una plena y satisfactoria vida posterior, y que la escuela es el espacio de protección física, social y emocional para niñas, niños y jóvenes. Por lo tanto, ¿podríamos pensar que esta pandemia puede estar entorpeciendo la correcta formación y educación de nuestros niños y niñas?

Me consta que llevamos años hablando de que el sistema educativo necesita una transformación profunda, pero ahora todo ha cambiado. Si el objetivo y el criterio sigue siendo, acertadamente, el de educar personas frente a impartir contenidos, toca repensar muchas cosas, y en ese sentido... ¿Se está adecuando el sistema educativo a esta nueva realidad que no sabemos hasta cuando va a durar? Considero que deberían replantearse, no sólo las medidas físicas y de movilidad, sino las de base. Debería hablarse de un modelo educativo que tuviese en cuenta este escenario de pandemia, que formara niños y niñas resilientes y que aportara un aprendizaje con el máximo de garantías de futuro.

Creo que desde la administración en general, incluyendo en ella los niveles local, foral y estatal, debemos hacer una reflexión seria y profunda sobre esta cuestión. Escuchar a los profesionales, hablar con los y las txikis, tener en cuenta el parecer de quienes integran la comunidad educativa (desde las direcciones de los centros a los servicios de limpieza pasando por las Apymas, los docentes o las conserjerías de los centros) porque es nuestra responsabilidad, la de todos y todas, trabajar para garantizar una transición lo menos traumática posible del modelo educativo precovid-19 al pospandemia, sin que ello implique olvidarnos de quienes hoy están en los centros y que son quienes sufren en primera persona estos tiempos de incertidumbre.

Como propuesta entiendo que es imperativa una política de redistribución que garantice la igualdad de recursos entre familias y escuelas, y además toca también actuar fortaleciendo un sistema educativo público, aumentando el número de profesorado para precisamente poder hacer frente así a esta inusual situación. La prioridad ha de ser que la comunidad educativa tenga el tiempo y los medios suficientes para repensar un nuevo modelo educativo en tiempos de covid-19.

Espero que en un futuro no tengamos que hablar de los niños y niñas de la «Generación Covid-19», ni de las carencias y efectos negativos que tuvo la pandemia en su formación como personas.