Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Ni de coña»

Terapia de pareja en el hotel de los líos

Hasta puedo entender al reparto profesional que ha participado gustosamente en esta coproducción con Colombia, porque nadie le dice que no a unas vacaciones pagadas en el Caribe, mientras dejas atrás el confinamiento y te libras de estar encerrado en tu casa. Cuando acabó el rodaje no querían volver, sabiendo lo que les esperaba nada más aterrizar en Barajas, y entre el equipo se contagió la idea de hacer una segunda entrega sobre un grupo de humoristas atrapados en un hotel del país centroamericano al que habían ido a participar en una película cómica que acabó por volverse tragicómica.

Pero a este lado de la pantalla la vida no es como la del artisteo, y pobre del sufrido espectador o la ilusa espectadora que, queriendo refugiarse en una sala de cine para olvidarse de la pandemia, vaya a ver “Ni de coña” (2020) esperando pasar un rato divertido que le haga evadirse de la dura realidad. Sí que se oía alguna risa tonta entre el público, pero sonaba a aquello de reír por no llorar, porque el sentimiento que produce esta comedia casposa es el de vergüenza ajena. Ni en las peores sitcoms televisivas he asistido nunca a tal cúmulo de clichés sexistas, convenientemente vulgarizados a través de chistes “verdes” de los tiempos de Maricastaña, por seguir con el lenguaje alusivo y erótico-festivo que se escucha durante todo el calamitoso metraje.

El director colombiano Fernando Ayllón, una especie de versión cafetera y vacilona del humor gamberro del primer Santiago Segura, introduce en el reparto a su actor habitual Ricardo Quevedo, un monologuista del otro lado del charco que une fuerzas con Goyo Jiménez y J.J. Vaquero para soltar parrafadas a cámara, con lo que la película adquiere el aire de los concursos o realityes con parejas que van a una isla en una especie de prueba de resistencia, para que al final las infidelidades hagan subir las audiencias.